domingo, febrero 10, 2008

Línea ejecutiva

En algún lugar de la política, entre las reglas no escritas, en el capítulo de las tendencias, se estipula que el criterio presidencial es el origen de una línea clara y precisa, exacta y contundente, cuya observancia es ineludible…

No hay duda alguna: la línea trazada por el criterio del Ejecutivo federal converge hacia el gobierno bajacaliforniano, bastión del panismo rampante, donde se adoptan y se reproducen las pautas del régimen calderonista. La primera de muchas evidencias que confirmarán la adhesión incondicional del gobierno de Baja California a las tendencias dictadas desde la presidencia de la República, es la difusión mediática de la gestión pública.

Recientemente se pregonaron las cien acciones realizadas en los primeros cien días del gobierno del Lic. Osuna Millán en Baja California aplicando una estrategia mediática que suele tergiversar el orden lógico de los acontecimientos, y por eso, el futuro se antepone al presente, y los resultados esperados se difunden como hechos consumados antes de iniciar la implementación de los planes.

Hoy por hoy, cuando la administración estatal se encuentra, apenas, en la fase de diseño, la frase publicitaria “100 días, 100 acciones” de los promocionales difundidos en los medios no especifica que una parte sustancial de la centena consiste en la elaboración de proyectos, programas y presupuestos, en la presentación de iniciativas al legislativo, y en decenas de planes, ajustes y restructuraciones.

Debido al optimismo exacerbado que suele embargar a los gobernantes en ciernes, se hace alarde de los resultados antes de realizar los esfuerzos. La realidad es que pocas acciones de la famosa centena se han concretado literalmente, sus efectos aún no inciden en la cotidianidad de la ciudadanía ni se reflejan en las condiciones de vida de la población; la gran mayoría de esas acciones se ha realizado en un escritorio en los despachos de las oficinas de gobierno, y muchas de ellas dan seguimiento a los proyectos inconclusos del gobierno anterior.

Verbigracia: Una de las primeras acciones del Lic. Osuna Millán, en noviembre del 2007, fue la espectacular eliminación de las cuotas escolares como condicionante para la inscripción de los alumnos en escuelas públicas; en promocionales se divulgó que se destinarán 200 millones de pesos para el mantenimiento de las instalaciones educativas.

Sin embargo, en esos anuncios no se precisó que los fondos asignados empezarán a llegar a las escuelas hasta el mes de abril del 2008 y que aún será necesaria la participación de los padres de familia para la solución de necesidades específicas, como la compra de aparatos de refrigeración que no está contemplada en el presupuesto.

En estricto apego a la línea presidencial se modificó el proyecto de la construcción de la planta generadora de energía eléctrica; prometida en el fragor de la campaña, esa planta tendría una vida útil de cuarenta años, funcionaría con gas natural en ciclo combinado y hubiese subsidiado a cada familia mexicalense con quinientos kilowatts mensuales durante el verano.

Cuando el ahora gobernador Osuna Millán sometió este proyecto a la consideración del presidente Calderón, surgieron mil y un inconvenientes, y ahora, la flamante promesa del entonces candidato de la Alianza por Baja California deambula en el limbo inconmensurable de los “quizás”.

Es inexorable el transcurso del tiempo, como inexorable es la transformación de las promesas en llamaradas de petate; la realidad y la contundencia del sentido común, tarde o temprano, aterrizan a los sueños más guajiros y postergan los proyectos inviables.

El cierre triunfal de la dichosa centena, la acción número cien corresponde a la reforma electoral; pero lo que sería realmente un triunfo, es que en esta iniciativa no se reprodujera el criterio predominante en el gobierno federal, y que el congreso local se alejara de la férrea línea que conduce a la desnaturalización del Instituto Electoral como órgano ciudadano.

Bajo una alegórica unanimidad se ocultaron las negociaciones en el Congreso de la Unión para la designación de los títeres que habrán de calificar las próximas elecciones; la tendencia en el régimen calderonista implica la eliminación de cualquier rasgo de autonomía, imparcialidad e independencia del Instituto Electoral, y su transformación en un apéndice de la partidocracia mediante la designación de consejeros por cuotas partidistas.

Sea como fuere, por un entusiasmo desbordante, por la contundencia de la realidad o por un criterio imperativo, persisten vicios ancestrales que se creían erradicados y se actualizan aquellas reglas no escritas de la política… que estipulan que el criterio presidencial es el origen de una línea clara y precisa, exacta y contundente, cuya observancia es ineludible…

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