domingo, septiembre 09, 2012

La respuesta está en el viento


En algún lugar del viento, en un trayecto inverosímil pero vertiginoso, brotan las falacias que habrán de convertirse en argumentos contundentes…

 

Dicen los que saben que el rumor es una ambigüedad que adquiere la consistencia de las verdades incuestionables con la velocidad de un contagio; aseguran que un infundio se refuerza en cada repetición porque se dispersa en una progresión incontenible y expansiva, pero aclaran que los estragos de un rumor suelen ser tan fugaces como su propagación.

 

Si las crónicas y la memoria colectiva confirman la fugacidad de los rumores, la pregunta ineludible es: por qué se recurre a esta vulgar estrategia? 

Si las perturbaciones que un rumor provoca en el ambiente social son breves y efímeras; luego entonces, la única justificación para dispersarlo reside en la reacción de quienes lo creen. La intensidad de la respuesta colectiva provocada por un rumor es el factor que determinará decisiones futuras. La reacción de las multitudes ante una alarma infundada es un indicador infalible.

 

Hace apenas unos días, circularon en Twitter comentarios infundados que alarmaron a los habitantes: los mensajes describían enfrentamientos violentos, tiroteos y vandalismo en Ciudad Nezahualcóyotl como el inicio de una confrontación popular. Con imágenes de otros eventos reforzaron la alarma y en cuestión de twitters se dispersó el pánico en aquella zona limítrofe del Distrito Federal con el Estado de México. La histeria colectiva se propagó y el rumor cobró fuerza hasta que fue desmentido por las autoridades a través de los medios masivos. Al día siguiente, el clima social predominante fue de  una tensa calma, el ausentismo predominó en las escuelas y muchos comercios permanecieron cerrados. Poco después fueron detenidos los presuntos propagadores del rumor, quienes declararon que recibieron 400 pesos para alarmar a la población y a quienes se impondrá la pena de 25 a 36 horas de arresto o una multa de 21 a 36 días de salario.

 

Y ahora, cuando ya se extinguieron los efectos del rumor, la pregunta obligada es: para qué carambas se armó ese desgarriate? Y de nuevo, la respuesta reside en la intensidad de la reacción. Los habitantes de la zona aludida en los rumores se refugiaron en sus casas; la alarma generó un temor galopante pero no incitó la violencia. Y en esa parsimonia colectiva ante la inminencia de la insurrección popular se sustentan las decisiones que definirán el rumbo del movimiento lopezobradorista, la respuesta a las cuestiones ineludibles está en el clima social, en la clama del viento después del trayecto inverosímil y  vertiginoso de la falacias que pretendieron convertirse en argumentos contundentes…

 

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