En algún lugar del
viento, en un trayecto inverosímil pero vertiginoso, brotan las falacias que
habrán de convertirse en argumentos contundentes…
Dicen los que saben que el rumor es una ambigüedad que adquiere la
consistencia de las verdades incuestionables con la velocidad de un contagio;
aseguran que un infundio se refuerza en cada repetición porque se dispersa en
una progresión incontenible y expansiva, pero aclaran que los estragos de un
rumor suelen ser tan fugaces como su propagación.
Si las crónicas y la memoria colectiva confirman la fugacidad de los
rumores, la pregunta ineludible es: por qué se recurre a esta vulgar
estrategia?
Si las perturbaciones que un rumor provoca en el ambiente social son breves
y efímeras; luego entonces, la única justificación para dispersarlo reside en
la reacción de quienes lo creen. La intensidad de la respuesta colectiva
provocada por un rumor es el factor que determinará decisiones futuras. La
reacción de las multitudes ante una alarma infundada es un indicador infalible.
Hace apenas unos días, circularon en Twitter comentarios infundados que
alarmaron a los habitantes: los mensajes describían enfrentamientos violentos,
tiroteos y vandalismo en Ciudad Nezahualcóyotl como el inicio de una
confrontación popular. Con imágenes de otros eventos reforzaron la alarma y en
cuestión de twitters se dispersó el pánico en aquella zona limítrofe del
Distrito Federal con el Estado de México. La histeria colectiva se propagó y el
rumor cobró fuerza hasta que fue desmentido por las autoridades a través de los
medios masivos. Al día siguiente, el clima social predominante fue de una tensa calma, el ausentismo predominó en
las escuelas y muchos comercios permanecieron cerrados. Poco después fueron
detenidos los presuntos propagadores del rumor, quienes declararon que
recibieron 400 pesos para alarmar a la población y a quienes se impondrá la
pena de 25 a 36 horas de arresto o una multa de 21 a 36
días de salario.
Y ahora, cuando ya se
extinguieron los efectos del rumor, la pregunta obligada es: para qué carambas
se armó ese desgarriate? Y de nuevo, la respuesta reside en la intensidad de la
reacción. Los habitantes de la zona aludida en los rumores se refugiaron en sus
casas; la alarma generó un temor galopante pero no incitó la violencia. Y en
esa parsimonia colectiva ante la inminencia de la insurrección popular se
sustentan las decisiones que definirán el rumbo del movimiento
lopezobradorista, la respuesta a las cuestiones ineludibles está en el clima
social, en la clama del viento después del trayecto inverosímil y vertiginoso de la falacias que pretendieron convertirse
en argumentos contundentes…
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