lunes, noviembre 12, 2012

El ejercicio ético de las letras


En algún lugar fértil, en la callada quietud que envuelve a la solitaria autoría del que escribe, las ideas germinan y florecen en figuras, los conceptos y los personajes adquieren una forma arborescente que perdurará por el influjo ético de las letras…

 

            El plagio es una práctica deleznable que encubre la negligencia y el escaso discernimiento de un usurpador de ideas, es un delito equiparable al fraude patrimonial, es la carencia absoluta de ética, una infamia al pensamiento y una ofensa a la inteligencia que duele más que una mentada de madre en invierno. Por la naturaleza etérea de los conceptos, el plagio sólo es sancionado en el ámbito académico y literario porque fuera de la República de las Letras el plagio es un vicio generalizado  y tolerado.

 

Cuando un distinguido jurado otorgó el Premio Internacional de la Feria del Libro de Guadalajara al escritor  Alfredo Bryce Echenique, reconocido en la República de las Letras como un  plagiario alevoso y consuetudinario, la comunidad académica y literaria protestó en todos los espacios de opinión condenando la infame práctica del fraude intelectual. Los argumentos esgrimidos por los intelectuales y los escritores fueron impecables e implacables: definieron al plagio como la “apropiación indebida e ilegal del esfuerzo, del trabajo, de las ideas y la creatividad de los otros”, tipificaron a los “plagiarios como delincuentes, y los delincuentes  no merecen premio sino condena”. El eco de las protestas no logró que el premio se declarara desierto pero el jurado optó por entregarlo en una ceremonia íntima en el domicilio del escritor.

 

            Agustín Barrios Gómez, diputado por el PRD, en el informe de su viaje oficial a París donde asistió al “Seminario de Alto Nivel de Parlamentarios: Mejores Políticas Públicas para un Crecimiento Incluyente e Integridad” plagió definiciones de Wikipedia y en “sus” conclusiones presenta el prólogo íntegro del   documento titulado  Perspectivas OCDE: México Reformas para el Cambio” publicado por esa organización. La normatividad obliga a los diputados a presentar un reporte de las actividades realizadas en los viajes oficiales donde explique el impacto que tuvo en su labor legislativa. El flamante diputado intentó justificar el plagio a Wikipedia con la naturaleza abierta y colaborativa del contenido de esa enciclopedia virtual, argumentó que el documento de la OCDE no tiene derechos de autor, y en un lamentable giro defensivo, indicó que el informe fue redactado por uno de sus asistentes.

           

No!... Definitivamente: no sé cuál de estas atrocidades me indigna más: el costo de enviar a los diputados a un seminario, la incapacidad para explicar lo que entendieron, la torpeza para reconocer las ventajas que tendrá  la información adquirida en el trabajo legislativa, la incapacidad para redactar un informe, la negligencia de quien en realidad lo escribe, el cinismo de quien lo presenta o la vulgaridad de las excusas, o la fragante inmunidad del plagio cometido por el autor del susodicho reporte.

 

Pero el plagio, en cualquiera de sus modalidades, exhibe la endeble formación ética de quien expropia el pensamiento ajeno, la laxitud de la autoridad moral de quienes lo formaron, la proclividad al delito de quienes no saben, no pueden o no quieren pensar. En la política, en la literatura, en la academia  y en todos los ámbitos del pensamiento debe erradicarse el plagio, sólo así germinarán nuevas ideas, florecerán figuras inéditas y el árbol imperecedero del raciocinio se fortalecerá por el influjo ético de las letras…

 

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