domingo, abril 21, 2013

Alma Mater


En algún lugar apacible, en una arboleda cercana al templo de un héroe mitológico, lejos de las murallas de la ciudad y fuera del ámbito político, un sabio griego infundió en sus alumnos la libertad del pensamiento  y los condujo por el único sendero de la sabiduría…

 

            La autonomía garantiza la libertad de cátedra en las universidades públicas, libertad para diseñar sus planes y programas de estudio, para difundir la cultura y la ciencia sin limitaciones ni restricciones por parte del poder público, para investigar y generar conocimiento sin imposiciones del sector empresarial. Una universidad pública es autónoma cuando el único factor determinante en la vida académica es la búsqueda de la excelencia en la formación de profesionales. 

 

            Las aulas universitarias están exentas de los caprichos de la censura oficial que podrían inhibir la divulgación de ideas y saberes pero la autonomía no significa impunidad. Los delitos no pierden su tipificación jurídica cuando se cometen en un campus universitario y se transforman en una ofensa social cuando lesionan el patrimonio de la ciudadanía, adquieren una magnitud dolosa cuando la violencia de una minoría perjudica a toda la comunidad universitaria por la vía del desprestigio.

 

            Este año se han registrado seis agresiones en diferentes planteles de  la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM); la saga de estas agresiones se registró en febrero cuando un grupo de  encapuchados tomó con violencia las instalaciones del Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH) en Naucalpan, Estado de México. En esa ocasión, los activistas encapuchados rociaron gasolina, encendieron fuego, rompieron vidrios y causaron destrozos en las oficinas del plantel y de la Dirección General del CCH en franca oposición a la reforma al plan de estudios del Colegio. La reforma en cuestión pertenece al Plan de Desarrollo Institucional 2011-2015, del Rector José Narro, cuyo objetivo es  “fortalecer el bachillerato de la UNAM y su articulación con los otros niveles de estudio, continuar con la mejoría de la eficiencia terminal y elevar la calidad de la formación de los egresados”.  Los 12 puntos de la reforma académica incluyen la actualización de los profesores, un sistema institucional de tutorías, la incorporación de la educación física, la filosofía y el  inglés  como materias obligatorias y la opción del francés como segunda lengua extranjera, la duración de las clases, el horario continuo y cursos en línea. 

 

            El argumento para las agresiones es absurdo; es una brutalidad, una aberración que contradice las aspiraciones de los auténticos alumnos universitarios. Quienes ingresan a la UNAM y lo hacen con la convicción de adquirir las habilidades y los saberes que implica  la calidad profesional, están dispuestos a cumplir con los requerimientos institucionales tendientes a elevar el nivel académico.  Los universitarios legítimos saben que la excelencia es el resultado de la dedicación, de la perseverancia y de la honestidad pero la excelencia es un concepto incomprensible para una minoría de atorrantes y haraganes que mantiene secuestrada mi Alma Mater.

 

Somos muchos, muchísimos más, los universitarios legítimos que condenamos las atrocidades cometidas por una minoría que se encubre en el anonimato y que se envalentona ante la desmedida prudencia de las autoridades. Me indignan estas afrentas. Hace ya muchos años, en la ciudad universitaria adquirí  el hábito de la excelencia y la vocación por la crítica, por eso creo firmemente que es imperativo conservar los rasgos primigenios de esta noble institución: alejarla de los caprichos del ámbito político, inmunizarla contra el corporativismo educativo que produce “intelectuales orgánicos” y contra los intereses del mercado que exige “mentes de obra” para resguardar  su independencia porque solamente en la autonomía plena será posible infundir la libertad del pensamiento  y avanzar en el único sendero que conduce al progreso.

 

“Por mi raza hablará el espíritu”

 

 

*Lic. en Contaduría orgullosamente por la UNAM.


 

 

           

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