En algún lugar
sobre la línea del tiempo existen momentos cruciales en los que se decide el
rumbo del porvenir; es entonces cuando los grandes relatos languidecen y se desmoronan
las verdades absolutas…
Uno de los rasgos que persisten en
la condición humana es la brevedad de la memoria histórica; los hombres y los
pueblos son incapaces de asimilar las experiencias del pasado para eludir las
catástrofes sociales y políticas registradas en las crónicas del planeta Tierra.
Uno de los ideales que ha prevalecido a
lo largo de la historia es la igualdad y uno de los flagelos que aún ahora divide
a los pueblos es la discriminación. Ya
sea por las creencias, por el género o por el color de la piel, las escalas en
la valoración de los seres humanos siguen siendo tajantes, categóricas,
hirientes y crueles.
En la versión hipermoderna del
esclavismo, millones de migrantes padecen los estragos de la discriminación en
Norteamérica, trabajan en condiciones indignantes a cambio de una mísera
remuneración y subsisten en un clima de pánico bajo la sombra de la
deportación. Criminalizados por su origen y estigmatizados por su
desesperación, sostienen a la economía estadounidense, que los ignora, y con el envío de remesas contribuyen con la
economía mexicana, que los desterró.
En la aldea global como en el mundo antiguo, el imperio depende
cada vez más de la multitud a la que oprime y domina. La presencia de los
migrantes en Norteamérica adquiere proporciones
trascendentales: la simpatía del sector hispano fue determinante en las
elecciones presidenciales del 2012; y en una simbiosis insospechada, los colores y los sabores de las tradiciones
latinoamericanas se incorporaron al
estilo de vida norteamericano en una sutil pero contundente reconquista cultural.
Ahora, la posibilidad de una reforma
migratoria ha convocado a miles de activistas que reclaman el cese de las deportaciones y exigen la
oportunidad de integrarse a la sociedad estadounidense como ciudadanos con igualdad
de derechos y oportunidades. Mientras tanto, la comisión bipartidista de senadores que prepara los
detalles del proyecto de ley para la
reforma migratoria afirma que no habrá
amnistía, que el plazo para otorgar la residencia será de varios años y se está
determinando el monto de las multas y
los impuestos que deberán pagar los
interesados en regularizar su situación migratoria.
Si persiste el criterio que
discrimina, esclaviza y criminaliza al sector donde se genera la riqueza se
actualizarán las circunstancias que provocaron el derrumbe de antiguos
imperios, tan grandes y poderosos como el estadounidense y éste no será el último en surgir, ni en caer. Episodios similares yacen en las
páginas olvidadas de las crónicas terrestres, son recuerdos de épocas remotas y
de lugares lejanos, visiones legendarias de los momentos cruciales que
decidieron el rumbo del porvenir; hoy como siempre y desde entonces, la condición humana es inmutable aunque los
grandes relatos languidezcan y se desmoronen las verdades absolutas…
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