domingo, abril 07, 2013

Nombre y apellido


“Somos la memoria que tenemos y la responsabilidad que asumimos,

sin memoria no existimos y sin responsabilidad quizá no merezcamos existir”

José Saramago

                                                                                                     

En algún lugar de la memoria, encarnadas en las fibras más profundas del corazón perviven las imágenes de los seres queridos y el eco de los momentos compartidos; las evocaciones logran atenuar  los efectos de la ausencia pero jamás acallarán el reclamo de justicia…

 

Un saldo fatal, una cruzada indefinida y la homologación de todos los males  son los rasgos que distinguen al régimen calderonista: el saldo asciende a una insufrible cantidad de muertos y denuncias por desapariciones forzadas y tortura; la indefinición es la única constante en una campaña castrense anunciada como “guerra” que  después se minimizó como una “lucha” que terminó siendo  un “combate” contra el crimen organizado en el que se identificaba a los muertos  como “abatidos”; todos los secuestros y los asesinatos se tradujeron en líneas de investigación que invariablemente conducían a meras casualidades y crueles coincidencias con la  “delincuencia organizada” en un vano intento por desmentir una certeza socialmente compartida: en la política no existen  las coincidencias ni  las casualidades.  

 

Al margen de la información oficial y oficiosa, sobreviven los deudos de ciudadanos ajenos al crimen organizado quienes ya cansados de exigir el bálsamo de la justicia para cicatrizar su indignación solicitan la reivindicación pública erigida en un memorial. El Movimiento por la Paz, la Justicia y la Dignidad (MPJD) que encabeza el poeta Javier Sicilia lanzó una campaña en México y en el extranjero para reunir 100 mil firmas y solicitar al presidente Enrique  Peña Nieto que se dedique  el monumento conocido como  Estela de Luz  a la memoria de las víctimas de la violencia (con nombre y apellidos) donde se preserve la documentación de los casos.

 

Y… por mera casualidad, tres días después del inicio de la campaña del MPJD, en un evento improvisado, sin convocatoria abierta o invitación al público, el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Chong realizó el acto protocolario, casi privado, de la inauguración del Memorial de Víctimas de la Violencia en México. Por la crueldad de las ironías, en este Memorial no se registró el nombre de los civiles “abatidos” por las fuerzas militares  y se erigió justamente en el Campo Marte muy cerca del Memorial del Ejército y la Fuerza Aérea Mexicana inaugurado por Felipe Calderón donde se inscribieron todos los nombres de los policías y militares caídos.

 

La casualidad si existe, es grotesca, pero  es mucho más que eso, es una afrenta deliberada a los dolientes que sólo puede explicarse como el desinterés por solventar  los excesos cometidos en el pasado por error, omisión, negligencia o prepotencia. Es lamentable que pretenda resolverse un agravio social con una ceremonia solemne ante un espacio vacío; la negativa a darle nombre y apellido a las víctimas  de la violencia se interpreta como la obstinada resistencia a la disculpa pública, indispensable para la reconstrucción del tejido social; es cierto que las evocaciones sólo atenúan los efectos de la ausencia pero también es cierto que la reivindicación sería la primer respuesta a los reclamos de justicia…

 

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