domingo, abril 28, 2013

La elasticidad de los tiempos


En algún lugar matemático, desde la oscuridad de los tiempos perdura indescifrable una incógnita; por una misteriosa ecuación los plazos se elongan  y las fechas se expanden, sobre la tangente de la lógica se distorsiona la velocidad de los minutos y se produce una paradoja insospechada…  

 

            Dicen los que saben que el tiempo es una medida inconstante y veleidosa, que por eso, no transcurre con la misma agilidad; los científicos afirman que el tiempo es un elemento elástico y extremadamente versátil y los antropólogos  comprobaron que el  último siglo el tiempo perdió su legendaria consistencia para transformarse en un elemento líquido.

 

            El mejor ejemplo de la versatilidad de los tiempos se encuentra en la agenda oficial. Por los efectos de un insólito y maquiavélico cálculo, todos los plazos en el calendario de la administración pública coinciden con el periodo de las campañas electorales.  Es entonces cuando, inexplicablemente, se concluyen los grandes proyectos de gobierno, se inauguran las obras y los eventos que magnifican el desempeño de las dependencias públicas.  Al margen de las  leyes de la física, la presión atmosférica se agudiza durante el proceso electoral,  el clima se torna se torna intenso y el aire respirable, obtuso; las palabras adquieren significados letales y las acciones encubren motivos impronunciables.

 

            Una de las estrategias electoreras más eficientes consiste en capitalizar la miseria en votos. En todos los niveles de gobierno, cualquiera que sea el partido gobernante, las actividades de desarrollo social se tergiversan en una vulgar compra de simpatizantes. Recientemente, Rosario Robles, titular de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol) destituyó a seis funcionarios acusados de utilizar los recursos de la dependencia para beneficiar a candidatos del Partido Revolucionario Institucional (PRI)  rumbo a las elecciones del 7 de julio. Por la misteriosa consistencia que el tiempo adquiere durante la contienda electoral, la decisión de la funcionaria desencadenó una secuencia de diatribas explotadas dolosamente en un escándalo mediático.  Por la excéntrica perspectiva que altera la visión en tiempos electorales,  las huestes partidistas se indignaron  ante la evidencia del uso indebido del gasto social, ofuscadas exigieron la destitución de Rosario y enardecieron las hostilidades que  pretendía neutralizar el Pacto por México. La incongruencia es galopante porque en la partidocracia nadie se altera ni se ofusca cuando se inauguran las obras públicas que milagrosamente se concluyen durante las campañas electorales,  no se escuchan protestas ni peroratas contra los mensajes que promocionan las acciones de gobierno.

 

            Sí!... Es inaudito, incomprensible.  La única explicación posible reside en los estragos del poder, esa fuerza indómita que misteriosamente tergiversa todos los principios y envilece las convicciones, que obstruye la lógica y perturba la memoria con paradojas insospechadas… 

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