En algún lugar del tiempo, desde la perspectiva del
presente, se moldea y se reconfigura el pasado; los quebrantos se desvanecen y
las vergüenzas se atenúan para soportar el lastre de los errores cometidos…
La memoria es un prodigio humanizante que entrelaza los tiempos y es un
mecanismo versátil y bondadoso en todos los niveles de supervivencia; es una
edificación sólida aunque se ubica en un ámbito intangible, es un recurso con límites inconmensurables y sus efectos eluden
cualquier clasificación porque los recuerdos emergen en el momento preciso para resolver un
problema pero también se transforman para endulzar sinsabores o se ocultan para
aliviar una angustia.
Por la versatilidad deliberada de la
memoria es posible modificar o minimizar los recuerdos para reescribir el
pasado y así, atenuar la crueldad, la vergüenza o el sufrimiento que alguna vez de registró en
la biografía de quien recuerda. Pero las bondades de este peculiar mecanismo de
defensa contra el dolor, como todas las manifestaciones de la condición humana,
también se pervierte por los excesos. Es por eso que la historia de los hombres
y de los pueblos se escribe con el matiz de los vencedores y ahí reside la
importancia de las ruinas, los documentos y los vestigios.
Erigido en una madrugada, el Muro de
Berlín concretó la división ideológica del mundo en capitalistas y socialistas;
en aquel entonces, el nacionalismo excedió las fronteras morales para impedir y
castigar cualquier trasgresión.
Derribado en una madrugada, su renovó
las esperanzas desfallecidas cuando el
imperio del mercado impregnaba todas las coordenadas del mundo.
Sólo un tramo de aquel muro permanece en
pie como un lienzo urbano que proyecta los extremos irreconciliables de la
condición humana: sobre los represivos bloques de hormigón y concreto se
exhiben todos los colores y las formas de la libertad. Es la galería de arte al
aire libre más extensa del mundo porque abarca 1.3 kilómetros de lo que fue el
Muro de Berlín, ahora conocido como East Side Galery donde cientos de graffitis
transmiten la euforía de la libertad y las esperanzas por un mundo mejor.
Hoy por hoy, la construcción de un complejo de departamentos de lujo
amenaza la permanencia de este tramo del Muro y su demolición parece inminente.
Desde marzo de este año, los ciudadanos alemanes y la comunidad artística han
protestado contra la constructora Maik Uwe Hinkel por el desmantelimiento de
ese espacio dedicado a la libertad de
expresión. Pero además, la permanencia de ese tramo del muro es históricamente
imprescindible porque el poder las ruinas reside en la materialización del
pasado a través de testimonios incuestionables cuyo mensaje no admite las
tergiversaciones de la memoria.
El
mensaje de las ruinas es contundente porque recuerdan una y otra y otra vez,
los niveles de virtud o de perversidad que ha traspasado la humanidad. Algunos,
como el Muro de Berlín, son recordatorios incómodos, pero efectivos, que
restringen una y otra y otra vez los violentos impulsos de dominio; son los
fieles testigos del tiempo que resisten los devaneos de la memoria y que perduran
como testimonio y como lastre de los errores cometidos…
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