En algún lugar doloroso, en el vacío de la fragilidad
se acumula el eco de los reclamos oprimidos por la injusticia y ahí deambularán
en una penosa espera hasta el día en que las lágrimas borren las mentiras
registradas…
La
reivindicación suele llegar siempre tarde, y algunas veces nunca llega. En el
mejor de los casos, el esclarecimiento de las versiones oficiales y oficiosas
se realiza cuando los implicados ya no pueden afrontar la responsabilidad de
sus acciones porque la impunidad los protege hasta el fin de sus días en un
ciclo perverso, insufrible, indigno.
Este
2 de octubre se conmemora el 50 aniversario de la masacre civil en la Plaza de
la Tres Culturas en Tlatelolco y en el 2018 celebramos también el fin oficial de
la censura que reprimió la divulgación de imágenes reales, datos fidedignos y
versiones verificables. Hace 50 años
aquella “prensa vendida” publicó la versión oficial de un enfrentamiento entre
terroristas y elementos del ejército que defendieron la paz pública contra los
intereses del comunismo internacional. Esa falacia adquirió el rango de las
verdades absolutas y fue el filtro para identificar a los esbirros
oficialistas, a los ultraconservadores, a los ingenuos y crédulos que aceptaban
sin discernir la desinformación de la mediocracia.
Por eso ahora, después de una dolorosa
tardanza, los principales periódicos y los medios de comunicación se
reivindican publicando las verdades reprimidas y ocultas: Desde el 22 de julio
se recrearon los pormenores de todos los acontecimientos que culminaron en el
mitin de Tlatelolco, que hoy se conmemorará con un ritual de flores y cantos en
la explanada, con guardias en honor a tod@s l@s caid@s aquel 2 de octubre y
marchas luctuosas en la Ciudad de México y en todos los estados.
Ahora, por el rechazo social a la verdad
histórica impuesta por Gustavo Díaz Ordaz, se retiraron de edificios, plazas e
instalaciones públicas todas las placas alusivas a ese personaje. Y much@s de l@s
que atestiguamos la brutal manipulación de la información en aquel entonces,
esperamos que el repudio también alcance al expresidente Luis Echeverría, uno
de los protagonistas protegidos por la impunidad.
Son muchas las mentiras que deben esclarecerse,
abundan las verdades que han sido desvirtuadas y el tiempo apenas será
suficiente para resarcir el dolor infringido. Pero lo más doloroso, es
constatar el reinicio de un ciclo de aberraciones que parece no tener fin.
Mientras conmemoramos el advenimiento de las verdades en torno al movimiento de
1968, miles de deudos buscan sin encontrar los restos mortales de sus
familiares desaparecidos en una insufrible tardanza que posterga la resignación.
Como compatriotas es nuestro deber
exigir el esclarecimiento de las masacres recientes y el castigo a los
responsables; el valor cívico se ejerce como una virtud colectiva por la
empatía con quienes buscan la verdad y esperan el rigor de la justicia. De la
ciudadanía depende la vigencia de la fragilidad social y la persistencia del
ciclo infame de la impunidad; si la indignación y los reclamos oprimidos se
manifiestan en su justa dimensión, se borrarán todas las mentiras registradas…
No hay comentarios.:
Publicar un comentario