domingo, octubre 07, 2018

La noche del jueves y a media luz. Sombras nada más


En algún lugar de la penumbra, cuando se disipa el matiz amenazante, las sombras envuelven los límites sensoriales y la indefensión se agudiza, pero resurge el eco olvidado de los instintos y las vulnerabilidades se desvanecen al compartirlas…

            El jueves anterior, la luz de las velas propagó un ambiente íntimo y seductor en muchos restaurantes del país porque a las 7 en punto de la noche interrumpieron la corriente eléctrica; la idea surgió en la Cámara Nacional de la Industria de Restaurantes y Alimentos Condimentados (Canirac) que convocó a todos sus afiliados a cortar el suministro de la energía eléctrica durante dos horas en la noche de los jueves de octubre para protestar por los incrementos en las tarifas de la Comisión Federal de Electricidad y presionar a la Comisión Reguladora de Energía (CRE).

            Tras el inicio de la campaña “Prendo una vela y apago la luz” empresarios de la industria hotelera y de la transformación se unieron a la convocatoria y dirigentes de las cámaras empresariales (Coparmex, Canaco, Servitur, Canirac, AMHM) manifestaron que en las cuestiones de la energía eléctrica estamos en penumbras. Y la sombra de la indefensión ya cubre todo el territorio nacional: Mientras esto sucedía en el centro del país, en el noroeste y a miles de kilowatts de distancia, la CFE sorprendió a muchos mexicalenses con la llegada intempestiva de adeudos insólitos; en unos casos por el consumo de energía (en uno de los meses en que se registran las temperaturas más elevadas en la región) y en otros, por un dichoso ajuste retroactivo por el mal funcionamiento de los medidores.         

El desconcierto es general y hasta el momento, no hay argumento ni defensa para eludir el pago de adeudos a la CFE, como tampoco existen las razones para los incrementos repentinos de las tarifas, mucho menos, la lógica que explique el costo diferenciado de la energía en la zona donde se produce y las tarifas comerciales suelen desfalcar a los emprendedores.

Lo único claro es la penumbra. Recientemente asistí a uno de los “Diálogos en la oscuridad” que tienen por objeto sensibilizarnos de la hostilidad del paisaje, urbano y social, ante la ceguera. Fue toda una experiencia: desde una súbita angustia hasta el primer impulso de la adaptación; desde la indefensión hasta la empatía. Por esa experiencia en la oscuridad total, auguro que la campaña “Prendo una vela y apago la luz” será todo un éxito, no sólo para protestar por la tiranía de la CFE, porque en esa penumbra deliberada se dilatarán las pupilas de los clientes y se despabilarán los sentidos adormilados por las comodidades cotidianas: el vino adquirirá un sabor desconocido, las flores exhalarán aromas que se creían obsoletos y la presencia del acompañante recuperará las virtudes  expropiadas por las redes sociales.

            Y así, por el súbito reencuentro con las sensaciones postergadas, lo que inició como una protesta podría convertirse en un reconfortante hábito. A media luz se recuperaría la sana costumbre de conversar en la cena fortaleciendo el músculo atrofiado de la cortesía; asumiríamos nuestra indefensión y en la solidaria penumbra se desvanecerían nuestras vulnerabilidades por el simple hecho de compartirlas…

“Prenda una vela y apague la luz”

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