En algún lugar del porvenir se compendian
las esperanzas y perdura el anhelo de lograr todo lo que ahora es imposible,
por eso, en la frontera que separa el pasado del futuro se rezagan todas las
artes y los artificios destinadas a la obsolescencia, las prioridades y los
prejuicios que alguna vez nos distinguieron…
Históricamente,
la distancia entre las épocas se ha reducido constantemente; si la Modernidad
abarcó dos siglos, la Posmodernidad llegará a su fin antes del cincuentenario y
el siglo XXI podría albergar más de dos épocas. Por las ironías del destino y
la impaciencia del porvenir, en la era digital conviven seis generaciones y cada una, es el digno
representante de su tiempo: la Generación Grandiosa sobrevivió a la Gran Guerra
y la Generación Silenciosa, a la Segunda Guerra Mundial; los Baby Boomers
crecieron con la televisión y protestaron contra los excesos del poder; la
Generación X fue testigo de la
desilusión de los Boomers y optó por el individualismo en los albores de la
globalización; los Millenials protagonizan la transformación de los esquemas
laborales defendiendo el feudo personal; y los Boomlets, o Nativos Digitales,
no imaginan cómo pudo funcionar el mundo sin Internet.
Esta
brecha está definida por la tecnología en las comunicaciones pero las
diferencias entre ellas también se manifiestan en los ideales y las prioridades
que comparten. Alguna vez la patria fue el ideal que justificaba todos los
esfuerzos y sacrificios; hubo un tiempo en que la lealtad se ofrendó a la
empresa; hace décadas, el funcionamiento de la familia dependía de la presencia
de todos sus integrantes. Hoy por hoy, la lealtad se restringe al ámbito
individual y la familia acepta a una variedad de versiones, antes condenadas
por los efectos del prejuicio.
Y
en la familia se registran los datos que esclarecen las diferencias entre las
generaciones recientes: en el México de los 70’s, la tasa de fecundidad
nacional fue de 6 hijos y desde entonces se reduce notablemente década tras
década. En los 90’s la tasa de fecundidad fue de 3 hijos, en el 2018 es de 2 y
se pronostica que en el 2050 será de un hijo. Los rasgos de la época también
inciden en los modelos tradicionales del compromiso como lo registra Inegi en
la tendencia de la nupcialidad: desde 1980 se incrementaron los divorcios de 4
por cada cien matrimonios a 22 en el 2016 cuando los divorcios administrativos
ascendieron a 13, 639 y los judiciales a 126, 168.
En
la década de los 60’s México era un país joven porque la inmensa mayoría de sus
habitantes aún no cumplía la mayoría de edad; el México del mañana será un país
de “mayores en plenitud”, jubilados y pensionados en la etapa más vulnerable de
su vida. Si la esperanza de vida continúa incrementándose como hasta ahora,
podría llegar a los 100 años cuando la niñez registre sus niveles más bajos.
Hemos adoptado nuevas formas de trabajar, de amar y de vivir; el anhelo
primordial sería que los viejos del futuro prodiguen su experiencia para
construir un entorno incluyente y generoso, para erradicar los prejuicios que aún
ahora nos distinguen…
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