domingo, marzo 25, 2007

Tienda y trastienda

En algún lugar de la trastienda electoral, en el inventario político bajo el rubro de las “Adquisiciones recientes”, aún sin cuantificar, se encuentra la ética del mercado: ese activo que convierte a la forma en el fondo y al medio en el mensaje; y por eso, cuando se inicia el proselitismo, la imagen trasciende la frontera visual para inmiscuirse en la psique colectiva…

La evidencia del inicio prematuro del proceso electoral en Baja California se encuentra dispersa en el paisaje urbano invadiendo el campo visual de los bajacalifornianos aún antes del principio oficial.

Gracias a las impresiones jurídicas respecto a las precampañas políticas, los rostros de los candidatos y de los aspirantes a las candidaturas surgen en lugares y en momentos inesperados.

Los espectaculares, las mantas, los spots en radio y televisión que perturban desde hace rato el entorno social se justifican y se ajustan a la normatividad con la leyenda “mensaje dirigido a los simpatizante de … X partido” escrita con letras nano-micro-minúsculas prácticamente ilegibles.

A este proceso electoral, aún en ciernes pero ya iniciado (un autentico oxímoron) se ha incorporado la opinión pública como el único factor capaz de equilibrar la contienda.

Las campañas de proselitismo que se avecinan, se caracterizarán por el predominio de la imagen y la ausencia de propuestas, debido a la influencia de la telecracia sobre el comportamiento de la audiencia multitudinaria en la que se circunscribe el electorado.

La mercadotecnia ha permeado en la propaganda política despojándola del contenido, privilegiando la imagen y trivializando el mensaje de los candidatos; el proselitismo es ahora un espectáculo público, sometido a los costos y a los tiempos en los medios.

Por eso, en todos los partidos, la estrategia consistirá en un proceso de comunicación dirigido para configurar la imagen pública del candidato que logre influir en las reacciones del electorado ante un cúmulo de estímulos transmitidos.

La imagen pública es la percepción compartida que produce una respuesta colectiva unificada, la gente decide actuar en forma masiva. Y la imagen de los candidatos se refleja en la opinión pública, cuyas tendencias son captadas en las encuestas.
La primera de ellas, publicada en La Crónica de Baja California, confirma el predominio de la imagen sobre la ideología: un 38.9% de los encuestados decidiría su voto en base al candidato; y también consolida al sector de los indecisos, un extenso 78%, como el objetivo hacia el que deberán dirigirse todas las campañas.

En el entorno del mercado, en la tienda electoral, el voto que se demanda se somete a la libre competencia y la imagen de los candidatos se oferta. Por eso, en la trastienda deberán ponderarse las tendencias de la opinión pública y su impacto de las encuestas.

Aquí y ahora, transcurre unos de esos lapsos esporádicos y excepcionales en los que la ciudadanía tiene la facultad de hacer valer sus demandas y su voluntad. Es ahora, en este periodo de gracia, cuando el electorado se constituye en una unidad multitudinaria y su opinión adquiere valor, volumen y peso específico.

La sociedad demanda transparencia en los actos de gobierno,
democratización en los procesos de información, claridad en el manejo de fondos públicos, luz sobre la actuación de los partidos políticos y sobre todo, participación ciudadana en los destinos de la Nación.

Por eso, la participación ciudadana y la opinión pública constituyen los principales desafíos que debe enfrentar la partidocracia para vender carismas prefabricados y perfiles sin ideas; la campaña política es una lucha por la mente y el corazón de los votantes, una competencia por el razonamiento y las emociones… y por eso, cuando se inicia el proselitismo, la imagen trasciende la frontera visual para inmiscuirse en la psique colectiva…

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