domingo, septiembre 23, 2007

Los Senderos del Porvenir

En algún lugar de la voluntad, los valores adquieren una naturaleza diferente porque lo único verdaderamente valioso es aquello que debe compartirse, y la cualidad que nos humaniza es la disposición congénita para educar y aprender; es ahí donde comienzan todos los senderos hacia el porvenir…

Desde siempre, el conocimiento ha sido un factor discriminatorio, estratificante; y la ignorancia ha sido un lastre que todo lo oscurece y lo dificulta, es un estigma que aísla y margina a quien no logra entender los mecanismos del progreso.

Conforme avanza la humanidad, aumentan las habilidades y los conocimientos requeridos para integrarse a la civilización desarrollada. Es por eso que la educación es el único para revertir la fatalidad del origen.

Pero la educación no debe restringirse a los recintos escolarizados por una simple y sencilla razón: el aprendizaje nunca termina. La curiosidad y el deseo de aprender son cualidades innatas en todos los seres humanos, pero la generosidad para compartir los saberes adquiridos es la virtud de unos cuantos.

En el intercambio entre la curiosidad del que aprende y la generosidad de que enseña surge el único valor que nos confiere la calidad de seres humanos. Es por eso que la educación es la labor más humana y humanizante de todas.

Hoy por hoy, es indispensable concluir la educación básica, primaria y secundaria, para incorporarse a la fuerza de trabajo y mejorar la calidad de vida. En México 33 millones de habitantes no han concluido su educación básica, y 11 millones, entre los 15 y 39 años, incorporados al sector laboral y económicamente activos, no han concluido la secundaria.

La educación para los adultos es mucho más que un programa de alfabetización. El Instituto Nacional para la Educación de los Adultos es una institución que funciona gracias a un tejido de voluntades solidarias y al intercambio enseñanza-aprendizaje. La nobleza de la institución reside en la nobleza de quienes colaboran en ella: los asesores voluntarios.

Actualmente el INEA funciona sin infraestructura, sin instalaciones, sin grandes presupuestos, pero también sin un plantel magisterial sindicalizado. En estas circunstancias, el principal activo y el bien más valioso de la institución se concentra en el rubro de la voluntad.

La delegación estatal del INEA en Baja California tiene como meta acreditar a mil doscientas personas el próximo año. Y algo más: el Instituto se ha fijado como propósito la continuidad educativa, lo que me parece encomiable porque no sólo se educa para el trabajo, sino para apreciar el mundo.

Desde que predomina la ética del lucro y la ideología del mercado, los seres humanos sufrieron una metamorfosis que los transformó en mano de obra y consumidores. La capacitación se concentró en las habilidades que son requeridas en los centros de producción, se esparció la aberración lingüística y moral del “capital humano”, en las universidades se forman profesionales que serán “mente de obra”, y el vicio de la posmodernidad es la adicción al trabajo.

Pero los seres humanos somos mucho más que operadores calificados, mano y mente de obra que no pertenecen al rubro del capital de trabajo. Y la vida no empieza ni termina en el centro de trabajo, la realización personal no se detiene ni desaparece con la jubilación.

Por eso, la educación no debe enfocarse a satisfacer los requerimientos del mercado de trabajo, sino a construir conciencias libres y criterios independientes, a formar seres humanos pensantes y sensibles pero a la vez críticos, con la capacidad suficiente para vivir aprendiendo y compartir lo aprendido… porque la cualidad que nos humaniza es la disposición congénita para educar y aprender, porque es ahí donde comienzan todos los senderos que conducen al porvenir…

No hay comentarios.: