domingo, diciembre 16, 2012

En ciernes


En algún lugar en ciernes, en las páginas iniciales de todas las crónicas  coinciden  las expectativas y las buenas intenciones, por eso, en los primeros días de todos los regímenes resurgen los ideales olvidados, se renuevan las aspiraciones  y se reorientan los esfuerzos en torno al esquivo bien común…

 

En estos primeros días es posible detectar la tendencia en el régimen de Enrique Peña Nieto por la reubicación del poder de la Federación en la figura presidencial ante quien se someten los bastiones estatales. En la versión neo priísta, el poder centralizado puede ser un  factor de cohesión y negociación que dirija los esfuerzos de todos los partidos hacia un fin común. Bajo este criterio, el primero de los logros del nuevo presidencialismo institucionalizado es la conciliación de intereses en la firma del Pacto por México que comprende cinco acuerdos, desglosados en 95 compromisos que involucran a los poderes fácticos y que pretenden incidir en las telecomunicaciones, la  educación, la  pobreza,  los derechos humanos, la salud, las comunidades  indígenas, el  crecimiento económico, la  productividad, el  crédito, los impuestos,  el cambio climático, la energía, el  petróleo y la minería, la transparencia, la corrupción y la ética pública, la seguridad, la gobernabilidad democrática,  los gobiernos de coalición, la ley electoral, entre otros pendientes. 

 

La firmeza de la línea presidencial y la determinación política de los partidos también se perciben en la presentación de la iniciativa de reforma educativa, uno de los compromisos firmados y desglosados en el Pacto por México que pretende incidir en la evaluación de los docentes, su contratación, movilidad, escalafón, comisión y despido. Se pretende que un organismo independiente a la cúpula sindical instituya  el criterio oficial para el otorgamiento de las plazas, establezca  los requerimientos para avanzar en el escalafón, llegar a los puestos de dirección o ser cesado de la carrera docente,  defina los nuevos estándares,  el perfil docente y los méritos que habrán de evaluarse para el establecimiento del servicio profesional docente.

 

El destino de los compromisos del Pacto por México depende de la fortaleza de la figura presidencial para exigir el cabal cumplimiento a los implicados porque éste, como todos los pactos, se sustenta en la honorabilidad de los firmantes, en su capacidad ética y moral para asumir un compromiso y esforzarse en lograr los resultados esperados porque el bien común será un sueño posible o guajiro en la medida en que los pactantes actúen con civilidad auténtica.  Ese es el elemento que la ciudadanía deberá evaluar durante todo el sexenio en ciernes.  Los rezagos ancestrales sólo podrán resolverse con la acción concertada de todos los involucrados y éste paradigma sólo se alcanzará bajo el liderazgo de un verdadero estadista que logre compaginar  las expectativas y las buenas intenciones, que mantenga el ímpetu de los primeros días del régimen y recupere  los ideales perdidos, que renueve las aspiraciones  y  reorienta los esfuerzos en torno al esquivo bien común…

 

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