¿Qué clase de mundo es éste que puede mandar máquinas
a Marte
y no hace nada
para detener el asesinato de un ser humano?
José Saramago
En
algún lugar del porvenir, en un páramo de la inmensidad se realizarán las
utopías que alguna vez se creyeron imposibles; pero la culminación de todas las
ficciones implicará el advenimiento de las distopías…
Mientras
las utopías reflejan el optimismo del presente en un futuro idealizado, las
distopías proyectan las amenazas inminentes en un horizonte catastrófico; con
las utopías se construye un entorno armónico, justo y equitativo; en una distopía se consolidan las pautas
existentes en la versión siniestra de la humanidad. Por sus diferencias, la utopía y la distopía
solían ubicarse en los extremos opuestos de la ficción pero el desplazamiento
de la realidad hacia el futuro alteró la distancia que existía entre las
visiones del porvenir.
La colonización del
planeta Marte fue una utopía, una ficción temeraria y extravagante durante el
siglo XX cuya posibilidad se concretará en los primeros años del siglo XXI. La empresa
Mars One inició la búsqueda de voluntarios para habitar la primera colonia de
humanos en Marte, quienes también protagonizarán el primer reality show fuera
de la Tierra. El proyecto tiene un costo inicial aproximado de ocho mil millones
de dólares, cantidad que será cubierta
por patrocinadores, socios y por la venta de los derechos de retransmisión de
la misión.
La convocatoria tiene matices sorprendentes
y fatales porque se espera conformar un grupo de 24 astronautas en el año 2015
para someterlos a un entrenamiento de 7 años y enviarlos a Marte en el 2023 en
un viaje sin regreso porque los elegidos para habitar la colonia marciana jamás
volverán a la Tierra. La idea de un viaje sin retorno generó polémica pero la
sorpresa inicial fue superada por una cifra desconcertante: a escasos días de
la convocatoria se inscribieron más de mil personas de distintas
nacionalidades: chilenos, españoles, australianos, rusos, franceses,
estadounidenses e incluso mexicanos. Sorprende la cercanía de un futuro que se
creía muy lejano pero es alarmante es
número de seres humanos que están
dispuestos a abandonar el planeta para jamás volver.
Y es ahora cuando la utopía y la
distopía coinciden en el tiempo: la distancia entre lo real y lo ideal se
desvanece. El proyecto Mars One se realiza en una época caracterizada por las
catástrofes, la alienación y la violencia. Los crímenes de odio registran un
ascenso en todo el mundo, la violencia germina en el seno familiar y la
disposición para la crueldad se manifiesta desde la infancia, la pobreza es un
flagelo que se expande a todas las coordenadas del planeta. Las albricias de la
utopía contrastan con la crueldad de la distopía y provocan sentimientos
encontrados: es indignante que se destinen cantidades estratosféricas para un
proyecto que no aportará un beneficio inmediato a la humanidad mientras la
mitad de la población del planeta sobrevive en condiciones de miseria; es
decepcionante que se emprenda la conquista de otros mundos y se postergue la
atención a los índices de violencia, hambre e ignorancia que caracterizan a
esta época; la convergencia es insólita pero tangible, el desencanto es inexorable: en un páramo marciano se
realizarán las utopías que alguna vez se creyeron imposibles mientras en la
Tierra es inminente el advenimiento de las distopías …
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