domingo, mayo 05, 2013

Muy lejos y para no volver


¿Qué clase de mundo es éste que puede mandar máquinas a Marte

 y no hace nada para detener el asesinato de un ser humano?

José Saramago

 

            En algún lugar del porvenir, en un páramo de la inmensidad se realizarán las utopías que alguna vez se creyeron imposibles; pero la culminación de todas las ficciones implicará el advenimiento de las distopías…

 

            Mientras las utopías reflejan el optimismo del presente en un futuro idealizado, las distopías proyectan las amenazas inminentes en un horizonte catastrófico; con las utopías se construye un entorno armónico, justo y equitativo;  en una distopía se consolidan las pautas existentes en la versión siniestra de la humanidad.  Por sus diferencias, la utopía y la distopía solían ubicarse en los extremos opuestos de la ficción pero el desplazamiento de la realidad hacia el futuro alteró la distancia que existía entre las visiones del porvenir.

 

            La colonización del planeta Marte fue una utopía, una ficción temeraria y extravagante durante el siglo XX cuya posibilidad se concretará  en los primeros años del siglo XXI. La empresa Mars One inició la búsqueda de voluntarios para habitar la primera colonia de humanos en Marte, quienes también protagonizarán el primer reality show fuera de la Tierra. El proyecto tiene un costo inicial aproximado de ocho mil millones de dólares, cantidad que  será cubierta por patrocinadores, socios y por la venta de los derechos de retransmisión de la misión.

 

La convocatoria tiene matices sorprendentes y fatales porque se espera conformar un grupo de 24 astronautas en el año 2015 para someterlos a un entrenamiento de 7 años y enviarlos a Marte en el 2023 en un viaje sin regreso porque los elegidos para habitar la colonia marciana jamás volverán a la Tierra. La idea de un viaje sin retorno generó polémica pero la sorpresa inicial fue superada por una cifra desconcertante: a escasos días de la convocatoria se inscribieron más de mil personas de distintas nacionalidades: chilenos, españoles, australianos, rusos, franceses, estadounidenses e incluso mexicanos. Sorprende la cercanía de un futuro que se creía muy lejano pero  es alarmante es número de seres humanos que  están dispuestos a abandonar el planeta para jamás volver.

 

Y es ahora cuando la utopía y la distopía coinciden en el tiempo: la distancia entre lo real y lo ideal se desvanece. El proyecto Mars One se realiza en una época caracterizada por las catástrofes, la alienación y la violencia. Los crímenes de odio registran un ascenso en todo el mundo, la violencia germina en el seno familiar y la disposición para la crueldad se manifiesta desde la infancia, la pobreza es un flagelo que se expande a todas las coordenadas del planeta. Las albricias de la utopía contrastan con la crueldad de la distopía y provocan sentimientos encontrados: es indignante que se destinen cantidades estratosféricas para un proyecto que no aportará un beneficio inmediato a la humanidad mientras la mitad de la población del planeta sobrevive en condiciones de miseria; es decepcionante que se emprenda la conquista de otros mundos y se postergue la atención a los índices de violencia, hambre e ignorancia que caracterizan a esta época; la convergencia es insólita pero tangible, el desencanto es  inexorable: en un páramo marciano se realizarán las utopías que alguna vez se creyeron imposibles mientras en la Tierra es inminente el advenimiento de las distopías …

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