En algún lugar limítrofe
y en la víspera del futuro se reinventan las prioridades y los métodos de una
nueva época; es una labor exhaustiva y
apremiante porque el umbral del porvenir aguarda en un punto cercano y con él,
la esperanza de realizar la utopía del conocimiento…
El escenario de un futuro que alguna
vez se consideró remoto se construye segundo a segundo cuando los avances en la
ciencia traspasan las fronteras de lo imposible. Hoy por hoy, el legado
cultural y científico se conserva en una biblioteca universal e infinita porque
el ciberespacio es el recinto donde se almacena, se comparte y se distribuye la
información. La utopía hípermoderna consiste en el advenimiento de una sociedad
sustentada en el conocimiento teórico y en la información donde las ideologías
resultarían sobrando.
La Declaración de Principios de Ginebra en la Cumbre Mundial de la
Sociedad de la Información en 2003, expresa
“el deseo y el compromiso de las naciones para construir una Sociedad de la
Información centrada en la persona, integradora y orientada al desarrollo, en la
que todos puedan crear, consultar, utilizar y compartir la información y el
conocimiento, para que las personas, las comunidades y los pueblos puedan
emplear plenamente sus posibilidades en la promoción de su desarrollo
sostenible y en la mejora de su calidad de vida, sobre la base de los propósitos
y principios de la Carta de las Naciones Unidas y respetando plenamente y defendiendo
la Declaración Universal de Derechos Humanos".
En el acceso al conocimiento residen
todas las esperanzas y el factor de la polarización se ubica en la brecha
digital. Las cifras publicadas por la Unión Internacional de Telecomunicaciones
(UIT) indicó que persiste la gran
diferencia en el acceso a Internet: en las naciones emergentes es del 31% mientras que en los países industrializados asciende al
71%. La población europea es la más
conectada del mundo con un 77%, en segundo lugar se encuentra la población
americana con un 61% y las regiones con
menor acceso son Asia y el Pacífico con un 32% mientras que África no supera el
16%.
Pero este abismo digital ya no es irremediable: Google tiene la
intención de financiar, construir y ayudar a operar redes inalámbricas desde el
África subsahariana hasta el sudeste de Asia, esperando conectar a Internet a
millones de personas en países emergentes. Google estaría dispuesto a aportar
los recursos necesarios para construir la infraestructura requerida, proporcionar teléfonos móviles de bajo costo y
emplear globos o dirigibles para transmitir señales a cientos de miles de
kilómetros.
Sin embargo, la consolidación de la aldea Google implica riesgos y el
acceso a Internet no garantiza la obtención de conocimiento. Aún es muy pronto
para ponderar el costo de los beneficios pero los primeros efectos son
evidentes: las tecnologías de la comunicación acercan a los cibernautas pero
los abstraen de la realidad y se agudiza la dependencia de los dispositivos
inteligentes en detrimento de los procesos cognitivos y la memoria.
Realizaremos el nuevo ideal social cuando la sociedad y la información
no sean entornos excluyentes ni alienantes, cuando la comunicación sea un bien
público y no una mercancía, cuando el lucro superlativo abandone la categoría
de las prioridades; es una labor exhaustiva y apremiante pero inexorable porque
el umbral del porvenir aguarda en un punto muy cercano y con él, la esperanza
de realizar la utopía del conocimiento…