domingo, julio 28, 2013

Déficit de atención masiva


En algún lugar del progreso, en los límites de la utopía, los artificios provocan cambios insospechados, se deterioran las actitudes y se atrofian las visiones…

 

            La comunicación entre los seres humanos es mucho más que una estrategia de sobrevivencia porque es el vínculo que satisface las necesidades de  aceptación y pertenencia. Desde la oscuridad de los tiempos, las tribus y los pueblos surgieron por las semejanzas entre los individuos y la cohesión social se construyó con  los significados compartidos en forma de mitos, rituales, códices.

 

Hoy por hoy, el mandato congénito de la socialización sigue más vigente que nunca porque las necesidades de aceptación y pertenencia desplazaron a la información de las prioridades sociales. En los albores del mundo moderno el desarrollo de los medios masivos de comunicación permitió la divulgación de conocimientos, información  e ideologías pero en la aldea global, la tecnología ha facilitado el contacto entre los individuos. Miles y miles de millones de mensajes surcan el planeta a cada instante en las redes sociales  donde se comparten los pequeños fragmentos que configuran la realidad.

 

El advenimiento de las tecnologías de la información, específicamente los dispositivos de conectividad móvil están transformando las relaciones interpersonales, los hábitos, las filias y las fobias, y sobre todo, al imperio de la mediocracia. Pero la transformación no implica un cambio en los objetivos de los medios masivos: la inserción de imágenes y videos captados por dispositivos móviles  en las notas informativas  no altera el proceso de jerarquización de la información que se realiza en los medios masivos.

 

Un video exhibe los vulgares exabruptos de personajes aberrantes y rápidamente se convierte en una nota de interés nacional. Así tenemos los casos de Lady Profeco, Lady Senado y recientemente, del niño humillado en Tabasco por un energúmeno que trabajaba como inspector del Municipio de Villahermosa. En esos casos, el repudio galopante manifestado en las redes sociales incidió en  decisiones de gobierno. Y así, la atención de la población se desvía de los temas trascendentes y se fija en incidentes callejeros,  todos los usuarios de las redes sociales se indignan por la prepotencia de un funcionario municipal o se  ofenden por la vulgaridad de divas envalentonadas. Ya no es necesario provocar o crear escándalos para desviar la atención masiva porque en las redes sociales abunda material para exhibir toda clase de abusos y excesos. Y la tendencia parece irreversible porque, próximamente, unas gafas inventadas por Google permitirán filmar todo lo que su portador atestigüe.

 

En un futuro muy cercano, circulará una gama insospechada de episodios de la vida real filmados sin consentimiento de los protagonistas y los temas de interés político, económico, cultural serán desplazados de la atención masiva. La función primigenia de la comunicación se redefinirá por el consumo de datos, imágenes y videos insulsos. Tal vez, ese es el verdadero objetivo de los consorcios de la comunicación: reducir la atención  de los usuarios, atrofiar su percepción y recluirlo en un ínfimo entorno virtual con  los artificios que deterioren sus actitudes y se atrofien las visiones…

 

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