En algún lugar dominical, inmersa en las leyes de las
causas y los efectos, la voluntad popular confronta todos los obstáculos
imaginables para manifestarse…
Escribo
esta columna durante la jornada electoral, horas antes de que se difundan las
primeras cifras del Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP).
Hasta el momento los comicios se realizan de acuerdo a lo previsto y como la consecuencia lógica de las hostilidades intercambiadas
durante las campañas de proselitismo. La ciudadanía ejercerá el derecho al
sufragio en un ambiente turbio impregnado de denuncias por irregularidades,
amenazas y episodios de violencia. Hoy por hoy, la soberanía popular se
manifestará en la estrechez de un rango marginado por la ausencia de opciones.
La
trivialización de las campañas electorales por el exceso del mercadeo, la ausencia
de personajes carismáticos, la carencia de propuestas y la beligerancia
galopante en, y entre, los partidos políticos ha sido la tendencia
predominante, latente y creciente que provoca el hartazgo y el repudio del
electorado. La tendencia se agudizó en el actual proceso electoral donde
pulularon las denostaciones, y también, con la implementación, extenuante y
exhaustiva, de una pseudo encuesta conocida como push-poll, cuyo “propósito
real es manipular la opinión pública por medio del uso de preguntas
premeditadamente sesgadas y llenas de propaganda para apoyar al candidato o a
su postura política”. Las push-poll “son
bombardeos con declaraciones falsas o distorsionadas, hechas así para generar
actitudes negativas porque nadie recolecta ni analiza la información.” Como una
práctica apócrifa del cálculo de las probabilidades, esta estratagema no está
contemplada en las leyes electorales y su realización no se limita a los
tiempos y a las formas establecidas en la agenda electoral. En la madrugada del
domingo comicial continuaron las llamadas telefónicas de las push-polls, y
supongo que continuarán hasta el último minuto de la jornada electoral.
Y si al hartazgo por las campañas negras
se añaden los episodios de violencia contra varios candidatos durante el
proceso, el resultado nacional reflejará únicamente la movilización de las
huestes partidistas a las urnas porque los indecisos y los apáticos se
abstendrán de votar. Los secuestros, ataques y amenazas a los candidatos
durante las campañas, las incidencias como el robo de urnas, los
enfrentamientos violentos, la compra de
votos y otros desmanes que perturben la jornada, son las evidencias de un
brutal retroceso en cuestiones democráticas. En escenarios como éste, se atenúa,
hasta diluirse, la convicción democrática de los ciudadanos, que no encuentran
opciones válidas para expresar su repudio por la partidocracia; anular el voto
no es suficiente y estamos muy lejos de que los partidos políticos en el
congreso legalicen la opción del voto en blanco o las candidaturas ciudadanas o
le confieran al porcentaje de abstencionismo la calidad de un mandato popular.
Mientras tanto, con las escasas opciones
para expresarse y ante los excesos cometidos por las huestes partidistas, en
esta jornada dominical, los mexicanos enfrentan el reto electoral y a pesar de todos los obstáculos imaginables manifestarán
su voluntad…
No hay comentarios.:
Publicar un comentario