lunes, marzo 18, 2024

Las intermitencias del progreso

         En algún lugar efímero, las carencias y las negligencias desaparecen con los primeros efectos primaverales que revelan la culminación de una etapa y un nuevo principio; y entonces, por un afán inaudito florece la excelencia en todas las áreas públicas…

            En la agenda oficial, en el mes de marzo iniciaron las campañas de proselitismo en el proceso electoral 2024 y la ciudadanía es el objetivo de cientos de mensajes mediáticos repetidos hasta el hartazgo que simplifican las propuestas de los candidatos a su mínima expresión; el paisaje urbano se satura de colores, logotipos y frases que desaparecerán (o deberían desaparecer) después de los comicios  y el aire respirable se impregna de promesas y decepciones, alabanzas, críticas y descalificaciones.

Pero el proselitismo no se restringe a la confrontación mediática, sus efectos se perciben en el plano de la cotidianidad con acciones concretas y tangibles que exceden el ámbito de las promesas: de la noche a la mañana desapareció el bache en el que siempre caía y se hizo la luz en los recovecos oscuros de las calles olvidadas. En un afán cívico, los oficiales de tránsito vigilan que los automovilistas no estacionen sus vehículos en los espacios prohibidos para evitar una infracción, se sancionan el desperdicio del agua y las obstrucciones en las vías públicas.

En las oficinas gubernamentales los empleados son la personificación de la amabilidad y en un auténtico desplante de eficiencia, surgen los derechos y contribuciones que alguna vez se omitieron y que ahora representan un adeudo estratosférico por las multas y recargos que lo incrementaron porque ahora sí revisan las carpetas y expedientes de todos los usuarios de los servicios públicos.

Es una temporada muy breve pero sorprendente porque la calidad de los servicios, el progreso y el bienestar son reales y tangibles. La administración pública duplica los niveles de la eficiencia que no alcanzó durante todo el sexenio; se resuelven rápidamente todas las contingencias que esperaron solución durante años. La suficiencia de los recursos es evidente y se destinan a los rubros que permanecieron agazapados en el cajón de los olvidos.

La cuestión es ineludible. Si la administración pública alcanza niveles de excelencia en la temporada electoral, luego entonces, ¿sería posible extender las bondades de esta efímera eficiencia? ¿la vocación de servicio de los funcionarios públicos podría instalarse como una actitud permanente?

¡Sí!.. Es un sueño guajiro, pero se vale soñar. Por lo pronto, regocijémonos con las excelsas demostraciones de eficiencia, aunque sólo sea una llamarada de petate. Pero esta singular alegría que momentáneamente nos embarga no debe nublar el discernimiento que nos permita leer entre las líneas de un discurso oficioso y detectar datos omitidos detrás de cifras infladas en balances descuadrados.      

            Los afanes por atraer la simpatía del electorado se engalanan con los efectos primaverales y revelan que un gobierno culmina a todo vapor impulsado por un afán inaudito prodigando la excelencia postergada en todas las áreas públicas…

viernes, marzo 08, 2024

Todo el mundo, en una palabra

 En algún lugar indefinible, en la tangente de la realidad se reinicia un ciclo que nunca concluye por la dificultad de ubicar el origen y el devenir de las palabras; envueltos en esta incógnita, materializamos las ideas con palabras y le adjudicamos un nombre a todo lo que existe…

La relación entre el mundo y el lenguaje ha mortificado a los sabios de todos los tiempos; dicen los que saben que el mundo es mundo porque lo describimos con palabras que brotan del pensamiento; otros afirman que el lenguaje es producto del mundo.

Sea como fuere, el lenguaje es el reflejo de la época en que viven los hablantes; las palabras que decimos y repetimos le confieren importancia a las cuestiones que nos preocupan y ocupan; y así, cada año desde 2013, la Fundación del Español Urgente (Fundéu) elige la palabra más frecuente en los medios de comunicación  que también revela las variaciones en el clima social del mundo. La palabra del 2020 fue “confinamiento”; la palabra del 2021 fue “vacuna”; la palabra del 2022 fue “inteligencia artificial”.

La palabra elegida en 2023 fue “polarización”, que “expresa la idea de división en dos bloques, posiciones u opiniones enfrentadas, aplicada a la política y al ámbito ideológico, al mundo deportivo, al debate en las plataformas digitales y, en general, a cualquier escenario en el que sea habitual el desacuerdo”.

Y así, esta palabra revela la tendencia a exacerbar las discrepancias y el apogeo del desacuerdo. Las evidencias avalan la elección de Fundéu: en 2024 el 40% de la población mundial acudirá a las urnas para elegir a sus gobernantes entre  opciones políticas excluyentes; China y EUA se confrontan por la hegemonía global; en redes sociales se viralizan debates por la razón o sinrazón de las guerras y por cualquier motivo.  

En la víspera de la reconfiguración del órden mundial y fiel a la tendencia global, el gobierno mexicano se ha esmerado en enfatizar los rasgos que nos distinguen, denostando y demeritando cualquier réplica.  Ratificando la elección de Fundéu, en el pronóstico del clima social se advierten tormentas tropicales provocadas por el choque de dos corrientes excluyentes provenientes de la infame polarización a la que ha estado sometido el territorio mexicano durante poco menos de un sexenio.

También se pronostica un fervor inusual en las campañas electorales que exacerbarán la polarización rampante que ha minimizado a la ciudadanía a un simple adjetivo en la tajante consigna de ellos o nosotros en un ambiente de discrepancias.   

Quiero creer que podríamos revertir las necedades excluyentes de la polarización, que el poder de las palabras trasciende las hegemonías y que ciudadanía es una cualidad que no admite restricciones ni calificativos. Espero que la palabra del 2024 sea democracia, entendida como la materialización de la de la libertad; las ideas  que configuran un mundo mejor se harán realidad cuando adjudiquemos un nombre a todo lo justo y honesto que existe…

 

viernes, diciembre 22, 2023

Desde el cosmos y en el mundo

 En algún lugar del tiempo, los movimientos de las estrellas y los astros envían un mensaje a todos los seres vivos en el planeta; entonces, inicia la búsqueda de un refugio que  prodigue amparo, y es ahí, en el reencuentro de los semejantes, donde el surge el cálido alivio que nos hermana…

En la época navideña se emiten muchas señales y signos que la distinguen de las estaciones que le precedieron, pero estos mensajes suelen ser contradictorios: mientras en el firmamento se atenúa la radiación solar, en la sociedad de mercado la bonanza económica inicia formalmente en el Día de Acción de Gracias.

Desde siempre, el solsticio de invierno influye sobre todas las formas de vida en nuestro planeta: en el día más corto y la noche más larga del año inicia una reducción en la intensidad de los rayos del sol; es un momento de transición en la naturaleza, cuando la promesa de la renovación primaveral es una cálida esperanza y todos los seres vivos perciben su vulnerabilidad y afrontan las inclemencias del invierno.

La especie humana no es la excepción. Se ha identificado que la reducción de la exposición a la  luz solar provoca el trastorno afectivo estacional (TAE) y alteraciones en los patrones hormonales asociados con la depresión estacional. Tal vez, por eso buscamos el calor del terruño y la compañía de familiares y amigos en una migración deliberada hacia el lugar de origen y el reencuentro de las raíces.

Mientras la ausencia de los rayos solares intensifica nuestra vulnerabilidad, estamos expuestos a la divulgación de estereotipos que equiparan la felicidad con la ostentación de productos, que han trivializado las manifestaciones del amor en la entrega de un regalo cuyo precio reflejará la calidad del afecto. Lógicamente, la incursión de la publicidad en la percepción del mundo es contundente: inevitablemente, asimilamos la imagen de una felicidad materializada y modificamos nuestra actitud y realmente disfrutamos comprando regalos para las personas que apreciamos agradeciendo su presencia en nuestras vidas sin percatarnos que la sincera manifestación de nuestros afectos mantiene girando los engranes de la inmensa maquinaria del consumismo que mueve a la aldea global.

Y al margen del mercado, Mary Pipher, enfatizando la promesa de luz y calor del cosmos, revela que en un mundo flagelado por la crueldad y la violencia aún es posible encontrar la luz “en las personas a las que hemos amado” quienes han estado en los momentos difíciles y que siguen a nuestro lado.

Sea cual fuere el motivo, donde quiera que se encuentre y sin importar el esplendor de la celebración, la Nochebuena es un momento propicio para reflexionar y agradecer, para aceptar el  mensaje ancestral que emite el cosmos a todos los seres vivos en el planeta; y entonces, en el refugio que nos prodiga amparo, al reencontrar a los semejantes y a quienes hemos amado, surgirá el cálido alivio que nos hermana y nos humaniza…

Feliz Navidad!

viernes, diciembre 15, 2023

La carpeta de las letras postergadas

 

En algún lugar indefinido en el territorio del quebranto, cuando la resignación germina se reinicia el ciclo de los afanes y los anhelos; las veredas del duelo culminan en un momento inesperado cuando resurge el ánimo y se recupera el impulso para seguir adelante…

Dicen los que saben que no hay mal que dure cien años, que no hay herida que no cicatrice y que el bálsamo del tiempo es el mejor remedio para todas las lesiones… y tienen razón. Después de un periodo de pérdidas que parecía interminable e insufrible, de repente y en un instante recuperé el aliento. Los motivos de la tranquilidad abandonaron la sombra de la angustia y recuperé la sonrisa habitual.  

No!.. No sé por qué, ni cómo, pero desde entonces se fusionan mis sonrisas y mis lágrimas en una sensación de alivio y cada día aprendo a vivir con las ausencias que me vulneran y agradezco las presencias que me fortalecen. Ahora, valoro la importancia de todos los episodios que tuve que recorrer para darle a mis fracasos su justa dimensión, para asumir las secuelas de mis decisiones, para ridiculizar los desaires que me infringieron, para aceptar mis carencias, mis defectos e ineptitudes.

Sí!.. Esta sensación bien podría ser el resultado de un proceso cerebral: al secarse la última de mis lágrimas se liberó la cantidad suficiente y necesaria de endorfina para mitigar el dolor prodigándome paz.  Sea como fuere, debo agradecer los efectos de este recorrido: la humildad trascendió la frontera de la vulnerabilidad y se instaló en las convicciones cotidianas eludiendo la fatal consigna que nos hace humildes sólo cuando somos frágiles.

Debo confesar que la hazaña de llegar a la meta en este penoso recorrido no es individual porque yo no hubiera avanzado sin el cariño de mi familia, sin la solidaridad de mis seres queridos. Gracias a ellos, esta mañana desperté con el ánimo para reabrir la carpeta olvidada de mis letras, para enfrentarme a la blancura de una página vacía y llenarla con palabras.

Hoy, como hace años, la imperiosa necesidad de escribir resurgió en un corazón saturado, cuando la presión de los silencios sobrepasó su límite natural y frenéticamente buscó una salida. Llegó el momento de reiniciar el diálogo instintivo entre el teclado y la conciencia. Mis palabras recuperarán la forma, la substancia y el color cuando una mirada las recorra; mis ideas y mis sueños cobrarán vida cuando alguien les regale un breve lapso en su recuerdo.

Como siempre y desde entonces, agradezco la gentil consideración de los lectores que me extrañaron, agradezco esta nueva oportunidad para sincerarme ante una audiencia invisible en este momento en que recupero la vocación postergada, cuando se reinicia el ciclo de mis afanes y mis anhelos. Y desde aquí, donde las veredas del duelo culminan, quiero compartir el resurgimiento del ánimo para seguir adelante…

miércoles, junio 03, 2020

Reingeniería de la expresión

 

            En algún lugar remoto, el primero de los hitos de la humanidad se erigió en el momento en que sentimos como propio el dolor ajeno, cuando manifestamos la empatía con acciones embellecidas con las palabras no dichas que nos hermanaron…  

 

            La Jornada Nacional de la Sana Distancia impuso la empatía como prioridad social con un código de conducta que debe observarse para evitar la propagación del coronavirus; las nuevas buenas costumbres distinguirán a los individuos en función de la consideración a los demás, de tal forma que los macuarros en tiempos del covid-19, serán todos aquellos que expresen su valemadrismo por la salud pública.

 

            La regla número 1 de la nueva etiqueta es el confinamiento voluntario y los nuevos modales procuran el distanciamiento físico cuando no es posible permanecer en casa. De esta forma, la limpieza exhaustiva y el uso de accesorios de protección se incorporan a los nuevos usos y costumbres: los cubrebocas y caretas se han incorporado a la vestimenta como accesorios indispensables. Entre otras cosas, el código de la nueva urbanidad impone la diplomacia del estornudo y la manifestación alterna del afecto con gestos y ademanes que sustituyen a los besos y los abrazos.

 

            Y así, con la nueva urbanidad, el cubrebocas apareció como una barrera infranqueable que nos impide apreciar las sonrisas de los demás. Ahora, la mirada y el tono son los únicos indicios del ánimo de las palabras que escuchamos; en cualquier conversación la atención se enfocará en los ojos, en la curvatura de las cejas, en la longitud de las pestañas, en la intensidad del contacto visual… Le confieso que para mi ha sido muy difícil hablarle a un rostro cubierto con una mirada inexpresiva.

 

            Ya se ingeniaron los modales alternos que remplazarán al tradicional saludo estrechando las manos y a los abrazos. Pero también será necesaria la reingeniería de todas las expresiones faciales con las que solíamos transmitir mil y un emociones. Imagino que los poetas del Romanticismo estarían felices porque ya nos percatamos de que los ojos son el espejo del alma y que, por fín, atribuiremos el justo valor a los mensajes que emitimos con la mirada. La belleza de un rostro protegido con cubrebocas y careta residirá en la estética de los ojos y en la calidez de su mirada; se me ocurre que los cosméticos para embellecer los ojos serán artículos de primera necesidad.           

 

            En la reingeniería de la expresión, la entonación de las palabras y los ademanes adquirirán la importancia que perdieron con la preponderancia de la imagen. La cortesía deberá transmitirse con el tono más amable de nuestra voz, con la elección adecuada de palabras. La empatía por los demás fue el primer indicio de humanización y ahora, será la manifestación inequívoca del humanismo que pretendemos recuperar; la mirada remontará cualquier distancia entre nosotros, manifestaremos la empatía en nuevos modales embellecidos con las palabras no dichas que nos hermanan…    

 


martes, mayo 26, 2020

De las caravanas, los sombreros y el viento


“Tiempo es la medida del movimiento entre dos instantes”
Aristóteles

            En algún lugar recóndito, agazapado entre las líneas de un discurso persiste un motivo arcaico que se desplaza a destiempo anticipando promesas a una audiencia cautiva…
            Desde siempre he padecido los estragos de una pésima noción del tiempo y por eso, suelo confundir la distancia de los eventos en el pasado, y en el presente, los días del mes y de la semana; el único antídoto es la observancia rigurosa de mi agenda. Mi despiste involuntario se agudiza con la edad pero ahora en el confinamiento ha llegado a niveles excéntricos porque esa incertidumbre deambula en mi cerebro y siempre despierto alarmada y preguntando ¿!qué día es hoy!? 
            En días recientes, empeoró mi desorientación en el tiempo  y ahora traigo una escalofriante confusión con las épocas y los conceptos; esto inició cuando leí el ensayo de Nuestro Señor Presidente, “Nueva política económica en los tiempos del covid-19” donde propone “establecer un Estado de bienestar igualitario y fraterno”… y ahí fue cuando las épocas se me traslaparon provocándome  una ligera conmoción porque hasta entonces, tenía entendido que el Estado de Bienestar ha existido sobre la faz de la Tierra desde las últimas décadas de 1800.
Seguí leyendo y las ideas se desplazaron en un salto cuántico enlazando el pasado y el presente cuando el mandatario afirma: “El estado de bienestar que estamos construyendo tiene como objetivo la protección de las personas a lo largo de la vida, desde la cuna hasta la tumba, haciendo realidad el derecho a la alimentación, al trabajo, la salud, la cultura, la vivienda y la seguridad social” … y: ¿acaso, no fueron esas las características del Estado Benefactor en el siglo XX?
Intenté refrescar la memoria pero la confusión persistía y acudí a la definición: el Estado de Bienestar debe asumir la responsabilidad de la prestación de servicios tales como la educación o la sanidad y ofrecerlos de forma no discriminatoria y sin costo para los ciudadanos”. Luego entonces, llegué a la conclusión de que el mandatario está proponiendo como nuevo un modelo de estado que funciona desde el siglo pasado.
La curva de mi desorientación llegó a su pico cuando el presidente declaró que “lo importante es el interés humanitario mundial y no privatizar la vacuna contra el covid-19”… el eco de esas palabras me remitió al mensaje del  presidente chino Xi Jinping en la 73ª Asamblea Mundial de la Salud prometiendo compartir la vacuna en el combate mundial a la pandemia. Entonces, me percaté de que alguien hace caravanas con sombreros ajenos porque las críticas le hacen lo que el viento a Juárez.
Ponderé el beneficio de la duda porque me incomodaron esas palabras a destiempo pero después lo comprendí todo: entre las líneas de las arengas presidenciales yace un proselitismo arcaico dirigido a quienes no tienen referentes para analizar su discurso en un audiencia nacional y cautiva…

11:58 PM. Breve bitácora del tiempo perdido


En algún lugar digital, el tiempo se expande con los devaneos del ocio hasta la impasible frontera del olvido y súbitamente se evapora por la premura de los plazos en una agenda inaudita…

            Por el confinamiento en esta pandemia, muchas actividades migraron al entorno digital; tras la suspensión de las clases presenciales, se implementaron las sesiones virtuales para compensar la ausencia en las aulas y continuar con el programa en curso. De la noche a la mañana, los alumnos, profesores y padres de familia se involucraron en la educación en línea y todos los días, le dedican el mejor de sus esfuerzos pero la adaptación a la modalidad virtual no ha sido fácil.

            Una de las variantes en la educación a distancia son los pretextos: ya no es posible culpar al perro de la casa que se comió la tarea porque en el entorno digital, los pretextos son de índole tecnológico. Por la contingencia, imparto cursos en línea a estudiantes de licenciatura y suele suceder que a las 11:58 PM, un minuto antes del cierre de la recepción de tareas, todas las fuerzas ocultas del universo conjuran contra mis alumnos: se desconfigura la computadora, cortan la señal de internet por fallas en el servicio, la plataforma del curso no acepta el archivo con la tarea, no se concluye el envío o no se confirma la recepción, la contraseña ya no es válida porque la cambió un hacker malvado…y todas las excusas tecnológicamente aplicables.

            Estos contratiempos son frecuentes porque la pasividad del confinamiento modifica la percepción del tiempo; el plazo para enviar las tareas parece muy lejano y los estudiantes lo desplazan a un futuro incierto que llegará en algún momento después del torneo de videojuegos, de la revisión exhaustiva de los memes en Facebook o del maratón de series y películas. La bitácora de actividades en la cuarentena suele ser muy breve porque el tiempo transcurre plácidamente durante la procrastinación digital hasta que repentinamente concluye el plazo para la entrega de las tareas: entonces, el tiempo ya no alcanza para leer ni siquiera las instrucciones y la premura evapora la concentración impregnando valemadrismo a lo que debería ser el producto de la reflexión.

Dicen los que saben que el éxito de la educación virtual depende de la disciplina de todos los involucrados pero el apego a los plazos se complica en el entorno digital, saturado de distracciones. Los efectos de las pandemias son trágicos, aleccionadores y la reingeniería social es inmediata. La súbita migración a la virtualidad impone una adaptación instantánea que no admite excusas ni pretextos; la disciplina y la voluntad deberán fortalecerse para emular los niveles de excelencia que tuvimos en las versiones presenciales. La templanza será imprescindible para controlar los devaneos del ocio, para reubicar la frontera de las responsabilidades evaporando las premuras en esta agenda inaudita…

Con mi admiración a tod@s los involucrad@s en la educación durante el confinamiento.



miércoles, abril 29, 2020

Ni juntos ni revueltos


“Nos encontramos, más que nunca en la historia,
en una situación de verdadera disyuntiva:
O unimos nuestras manos o nos unimos a la comitiva fúnebre
 de nuestro propio entierro en una misma y colosal fosa común.”
Zygmunt Bauman


            Desde el siglo XX, los científicos revelaron el carácter instrumental de la ciencia para la dominación y el exterminio, y los filósofos detectaron los mecanismos del control social en las leyes del mercado. Como en todos los relatos, las advertencias se extinguieron por la indiferencia globalmente deliberada. Ahora, la distopía se vuelve realidad por los estragos de un virus y el miedo que propaga es más efectivo que todas las teorías de los científicos y de los filósofos; el peligro es inminente y el cambio es inmediato.

Todos los días se descubre alguna característica del coronavirus, se comparten estadísticas del contagio, se revelan avances en la curación, se identifican sus estragos y secuelas porque enfrentamos una amenaza insólita, jamás imaginada, que trastornó las prioridades de un mundo erigido en la frivolidad del consumo. La irrupción del coronavirus en el planeta y la dispersión del miedo modificaron significativamente la escala de necesidades; ahora, la protección de la vida es la única prioridad y las esperanzas del mundo dependen de la búsqueda exhaustiva de los científicos para encontrar la vacuna.   

Guiados por la advertencia científica extendimos el rango de la cercanía evitando el contacto con los demás y encontramos el antídoto contra la indefensión en el confinamiento voluntario. Y el miedo, que es la señal de alerta más efectiva en todas las especies, modificó inmediatamente usos, costumbres, hábitos y vicios; en una mutación social sin precedentes, reconfiguramos la escala de actividades esenciales y nos adaptamos a las nuevas exigencias del entorno.

Reaprendemos a convivir alejados los unos de los otros, recuperamos la empatía respetando los límites del distanciamiento físico y lo hacemos convencidos pero anhelando que estas circunstancias sean temporales y que en un futuro cercano, erradicaremos la amenaza, extirparemos el miedo y volverá la normalidad… aunque todo indica que el retorno a la normalidad perdida es una cuestión impredecible.

La normalidad que anhelamos no será la misma que tuvimos. En el desenlace de esta distopía se vislumbra la mutación social de los humanos como seres gregarios que deben adaptarse a una cercanía distante; será muy riesgoso el contacto y las muchedumbres, improbables: ni juntos ni revueltos. Desde ya, se reacondicionan los espacios, los horarios y los turnos en las escuelas, en las oficinas y en la industria para funcionar dentro de los límites de la sana distancia; atendiendo a las advertencias de la ciencia, se reconstruyen las costumbres y las actitudes porque la sobrevivencia dependerá de la adaptación a los bemoles inéditos de la normalidad venidera…