Un deseo
absolutamente inédito no podría ser percibido,
porque no
tendríamos un código para descifrarlo.
Dalmiro
Sáenz
En algún lugar recóndito de
una dimensión desconocida, se erige la Biblioteca de las Obras Inéditas; ahí se
conservan todos los proyectos irrealizables, los planos de los castillos que se
edificarían en el aire, las improvisaciones y las soluciones descabelladas…
Por fin se aclaró la duda
existencial que nos mortificaba: no hemos caído en el abismo de una dimensión
desconocida, tampoco deambulamos en el realismo mágico, ni traspasamos las
fronteras del surrealismo: estamos en el terreno de lo inédito. Ya es oficial, y
a partir de ahora, todo lo insólito, inaudito y lo que implique originalidad
adquirirá validez jurídica.
El incidente que oficializa
nuestra inédita ubicación es la infame rifa del avión presidencial, una reverenda
vacilada que desencadena una secuencia de definiciones y sinónimos: Lo inédito,
entendido como todo aquello que aún no se publica o se divulga implica también todo
lo nuevo y lo desconocido cuya originalidad lo hace excepcional y
extraordinario; pero en el territorio de lo inédito también residen los excesos
que conducen al absurdo, a lo ridículo y extravagante.
Continuando con la secuela
de sinónimos: Lo excepcional, es la rapidez con que se modificó la Ley Orgánica
de la Lotería Nacional para rifar un premio que no admite fragmentaciones y que
no se entregará al afortunado ganador. Lo insólito, es la preponderancia de
este asunto en la opinión pública a sabiendas que es una burda distracción. Lo inaudito,
es la fugacidad de los planes y de las soluciones a los problemas causados por
la necedad y la insensatez. Lo inverosímil, es la distorsión de la aritmética en
cenas guajiras que ofenden a la inteligencia.
Parecía improbable pero ya
es una realidad. En este régimen, la secuencia histórica no representa ningún avance
porque el rumbo de esta transformación nos conduce a un pasado nefasto. Pero lo
increíble, por extraño que parezca, es la ausencia del equilibrio en el poder, que
debe entenderse como el preámbulo del absolutismo. Merodeando en la explanada
de lo extravagante, es inconfundible la figura dogmática de un gobernante que
no admite réplicas ni cuestionamientos. Recuerde
que la polémica venta del avión presidencial surgió como una promesa de campaña
cuyos costos e inconvenientes todavía no bastan para reconsiderarla.
Sea como fuere, debemos
adaptarnos al entorno con singular alegría. Por eso, debemos reconocer que una
de las bondades de lo inédito es la vigorización de la capacidad de asombro:
cuando creíamos que ya nada podría sorprendernos, surge un caso insólito y una
solución más exasperante que todo lo anterior. Y tras la sacudida neuronal
provocada por la sorpresa, se reconectan las percepciones y se fortalece el
filtro que discierne lo razonable y lo irrisorio; y así, sorpresa tras sorpresa,
blindamos el hemisferio de la cordura contra todos los proyectos irrealizables,
los planos de los castillos que se edificarían en el aire, las improvisaciones
y las soluciones descabelladas…
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