“Ignoramos
nuestra verdadera estatura hasta que nos ponemos en pie”
Emily
Dickinson
En algún lugar vulnerable
irrumpen los afanes deshumanizantes que nos envilecen; el dominio a través de
la crueldad impregna la esfera pública con todas las manifestaciones de la
crueldad por motivos de género…
Durante toda mi vida he
sido testigo del maltrato a las mujeres; familiares, amigas, colegas,
compañeras, de una u otra forma soportaron (y lo refiero en pasado con la
esperanza de que nunca se repita) ofensas a su intelecto, agresiones físicas,
gritos y toda clase de agravios a su integridad. Pero debo aclarar, que la
crueldad no es una prerrogativa del género masculino; las mujeres también lastiman,
vulneran y ofenden porque el ejercicio del dominio a través de la violencia es
una perversión que no obedece al género.
Los feminicidios recientes
que han indignado a todas las mexicanas y a los mexicanos, revelan que hemos
traspasado los índices conocidos de maldad en un retroceso que nos ubica en los
grados más grotescos de la bestialidad. Perdemos, inexorablemente, la cualidad
que alguna vez nos humanizó. En la mayoría de los casos, el afán de dominar con
amenazas y violencia se impone a cualquier atisbo de empatía en un fenómeno que
nos involucra a todas y a todos.
Desde la divulgación de la
convocatoria “El 9 nadie se mueve” han surgido argumentos a favor y en contra, se
han prodigado razones para apoyar el paro nacional y motivos para demeritarlo.
El presidente López Obrador descalificó la convocatoria advirtiendo que sus
adversarios son los paladines del feminismo y ha intentado desviar la atención de
la opinión pública a temas triviales. Pero el apoyo se multiplica a pesar del
presidente. Es evidente que el tema femenino jamás atrajo su atención y su
postura revela los rasgos de una dictadura mesiánica. Es obvio que la defensa
de las mujeres no coincide con la cuadratura de su criterio vetusto y arcaico,
que desvirtúa todos los reclamos con el mismo cuento: todo es culpa de los
perversos conservadores y de los neoliberales corruptos.
Y aquí, es necesario
aclararle al mandatario, que el reclamo de justicia en cuestiones de género, no
es un ataque al régimen de la 4T, es la expresión del hartazgo y del repudio
por la impunidad que venimos arrastrando de tiempo atrás. Es un flagelo social que
se ha agudizado por el silencio de las víctimas, por la indefensión de los
deudos, por la impotencia de los ofendidos en un sistema que no protege ni
defiende a los más vulnerables.
También han surgido
interrogantes: qué se pretende lograr en un Día sin mujeres? Le confieso que no tengo ni la menor idea
pero sí, la más positiva de las expectativas. Quiero creer que la ausencia de
las mujeres en la esfera pública y económica modificará la actitud tradicional que
nos somete, flagela y demerita. Es imperativo un cambio radical en todos y en
todas para castigar en su justa dimensión, todas las manifestaciones de la
crueldad por motivos de género...
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