jueves, junio 22, 2006

Bajo el influjo de La Luna

En algún lugar del firmamento entre el cenit y el nadir, una noche de Octubre, envuelta en los brazos de la gravedad y la inercia, la Luna se llevó mis pensamientos al Mar de la Tranquilidad. Cuando alunizó mi mirada en la desolación de sus valles, comprendí que la ciencia jamás podrá despejar la incógnita de la soberbia lunar y que el halo de su misterio es aún indescifrable.

¡Ya sé! …
Usted está pensando que soy una lunática… y déjeme decirle: ¡que tiene toda la razón!
Con el Claro de Luna de Beethoven me escapo a un universo paralelo y placentero, me sé de memoria la leyenda del hijo de la Luna de Mecano y por experiencia reconozco que si me bajaran la Luna… ¡no sé cómo diablos la cargaba!

Admito mi tendencia selenita porque soy una figura solitaria, aunque ahora soy tan contundente como la Luna Llena, alguna vez fui tan frágil como el Creciente y a menudo soy retraída y huraña como la Luna Nueva.

Estoy convencida de que la Luna aún conserva su magia porque a pesar de estar tan ocupada confirmando las leyes Universales de la Física ha tenido el ingenio para desafiarlas y ha desplegado la fantasía que inspira cuentos, poesías y canciones.

A pesar de sentirse tremendamente atraída a la Tierra y nunca poder tocarla, algunas noches, la Luna le alborota los océanos y sus caricias tienen forma de mareas. Y aunque la Tierra y la Luna jamás ocuparán el mismo lugar en el espacio, se requiere de un inmenso encanto para mantener el mismo nivel de atracción durante siglos y siglos.

¿No cree que la Luna es simplemente fantástica?…
Aunque la han observado hasta el último rincón, la han pellizcado por todos lados para analizarla, la han pisado y le han impuesto un propietario y una banderita, la Luna sigue siendo ella misma: refleja con soberbia su misterio en el espejo del Hubble, conserva su belleza en el núcleo y se mantiene flotando con su impecable estilo… ¡quien pudiera ser como ella!

Por eso, a partir de esta noche me voy a dormir en el techo de mi casa para platearme con los rayos de la Luna, y siguiendo los consejos de Sabines voy a tomar cada dos horas mis cucharadas de Luna, en dosis precisas y controladas para desintoxicarme de la filosofía, llevaré como amuleto un pedazo de Luna en el bolsillo para encontrar al ser amado, conservaré un frasquito de aire de la Luna para no agobiarme y pondré debajo de mi almohada una hoja tierna de la Luna para mirar sólo lo que quiero ver.

18 de Julio de 1998.

Laura M. López Murillo
enalgunlugarlaura@hotmail.com

2 comentarios:

Joseph Seewool dijo...

Estimada Laura:
He descubierto su blog por azar. Tras leer sus últimos artículos de análisis político he optado por ir al comienzo. Escojo este magnífico relato para transmitirle mi felicitación, en general, por el contenido y estilo.
En particular añadiría: Todos tenemos un vínculo mental con nuestro satélite, pero a mayor sensibilidad, mayor influjo.
La luna, espejo en el que descubrir el otro yo, metáfora de nuestro inconsciente, no en vano posee una cara oculta, desconocida. Simboliza el mundo de los sueños, el misterio del alma. Principio femenino, pasivo, pues refleja la luz del sol.
Después de leer lo que ha escrito, el lector tiene motivos para contemplar la luna con mirada nueva.
Con su permiso, seguiré leyendo.
Un saludo cordial desde un lejano lugar.

Laura M. López-Murillo dijo...

Joseph!
Saber que el azar opera a mi favor es una noticia muy gratificante; pero más gratificante es conocer la opinión de quienes me brindan un poco de su tiempo y su atención.
Le agradezco su consideración y sus comentarios.
Un saludote:
Desde algún lugar...
Laura M. López Murillo