martes, agosto 29, 2006

De la gente y los animales

"Él es su amigo, su compañero,
su defensor, su perro.
Usted es su vida, su amor, su líder.
El será suyo, fiel y verdadero
hasta el último latido de su corazón.
Le debe a él, ser digno de tal devoción.”


A: Junior

En algún lugar de la casa, en un estratégico rincón donde se perciben todos los sonidos, se acurruca un celoso guardián: es la más dócil de las fieras y el compañero más agradecido, lleva la lealtad a flor de piel y cubierta de pelos y en su corazón brota la alegría cuando reconoce la voz de su amo…

El proyecto “Gente por los Animales” emprende una búsqueda legítimamente humanista, porque pretende despertar en los seres humanos el músculo adormecido de la generosidad y desterrar la crueldad de la condición humana.

¡Sí! Es una ironía en cuatro patas: encontrar en la superioridad de la especie humana la gratitud hacia las especies pequeñas. Y tal vez parezca un esfuerzo innecesario, porque la visión de los humanos tiende hacia arriba, siempre hacia lo excelso y lo sublime, y difícilmente ubicamos las grandes virtudes en los seres pequeños y sumisos que se postran a nuestros pies.

La soberbia humana surgió en el preciso momento en que los hombres ascendieron a la cima del proceso evolutivo; sin embargo, en el genoma humano existen vestigios de nuestra bestialidad.

Tal vez debido a una cruel mutación o por el capricho de los dioses, mientras el hombre ascendía al mundo de la razón, declinaba su capacidad para la compasión; mientras los humanos nos adueñábamos del planeta y ejercíamos el poder de la superioridad, emergía de nuestras entrañas la capacidad despótica para la crueldad y el castigo.

Y quizás… porque somos imperfectos y estamos inconclusos, porque en realidad somos una supra-especie de monos parlantes y lampiños, o porque nunca hemos perdido la grotesca habilidad para herir a los débiles… pero una multitud inconmensurable de seres humanos da un trato inhumano e inmoral a los animales.

Suponemos que las mascotas sólo son graciosas mientras son cachorros, que su compañía es desechable, que su vida es una bagatela, y que no tienen sentimientos porque no se les permite la entrada al expendio celestial de las almas.

Por nuestra tendencia al consumo, adquirimos mascotas como si fueran objetos, sin asumir ninguna responsabilidad, por eso, los abandonamos en cuanto nos cansa su presencia; y esos animales pierden su hogar y su dignidad, su rincón y su sustento y están destinados a vagar y a mal vivir.

La cuestión es: si somos capaces de infringir un daño, imponer castigos crueles y abandonar a un ser desvalido… ¿existirá alguna diferencia si el desvalido es un ser humano o un animal?

Por eso, todo en la naturaleza obedece a ciclos inexorables y la justicia abarca a todos los seres vivos: en la misma medida en que infringimos un mal a nuestros animales, envilecemos nuestra condición - mal llamada- “humana”.

¿Yo?... Tuve la fortuna de compartir muchas tardes con el “Junior”… un sharpei que le hizo honor a su nombre porque siempre fue feliz como un cachorro; quiero creer que siempre percibió nuestro cariño, que interpretaba todos los tonos de mi voz y que comprendía los mensajes de mi mirada…porque ahora, estoy plenamente convencida que uno “no se conoce a sí mismo hasta que atrapa el reflejo de otros ojos que no sean humanos”.

Humanicémonos. Acérquese al proyecto “Gente por los Animales” y contribuya a esparcir la dignidad a esos pequeños y maravillosos seres que nos entregan el corazón en cada lenguetazo.

Bríndele una oportunidad y un rincón en su vida a la más dócil de las fieras y al compañero más agradecido, a esa mascota con la lealtad cubierta de pelos, en cuyo corazón brotará de nuevo la alegría al reconocer la voz de su nuevo amo…

Gente por los animales
http://genteporlosanimales.mujeresempresarias.com.mx/web



Laura M López Murillo
enalgunlugarlaura@hotmail.com

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