miércoles, agosto 23, 2006

Donde los senderos se bifurcan

En algún lugar de la historia, cuando las paradojas juegan con el destino, lo que alguna vez fue una tragedia se transforma en comedia, los líderes se envilecen y los ideales se pervierten; es por eso que en el mundo la realidad es fugaz y cambiante, y ya nada es lo mismo, ni es igual…

La resistencia civil pacífica en apoyo al candidato Andrés Manuel López Obrador es la evidencia, clara y contundente, de las incongruencias del destino: el PRD ha perdido hasta el último vestigio del ideario que lo configuró como fuerza política.

Allá en 1988, como consecuencia del fraude electoral perpetrado a favor del candidato oficial Carlos Salinas de Gortari, el Partido de la Revolución Democrática nació como " la expresión política del cambio social y cultural, de la dignidad del pueblo y del progreso, de la expresión de la pluralidad y de la inmensa masa ciudadana todavía no organizada".

En aquel entonces, la idea de construir un partido político nuevo estuvo alentada por la Corriente Democrática, el Movimiento al Socialismo, Fuerzas Progresistas, el Consejo Nacional Obrero y Campesino de México, Partido Liberal Mexicano, Organización Revolucionario Punto Crítico, Asociación Cívica Nacional Revolucionaria, Convergencia Democrática, y el Partido Mexicano Socialista. Y así, con personalidades íntegras, con talento e inteligencia, valiosas y valientes, se configuró el PRD como el único bastión frente al Priato.

En el discurso inaugural de la Asamblea General Constitutiva del PRD, Cuauhtémoc Cárdenas establecía que el partido sería “un instrumento de la sociedad, y no tan sólo de sus miembros o dirigentes”; cuya finalidad sería mantener “viva la posibilidad de una transición”.

El ideario de aquel PRD comprendía: restaurar la República al fundar nuevas instituciones en una cultura política de libertad, racionalidad y tolerancia”
Y “sobre estos cimientos sólidos y profundos, contra el régimen caduco del privilegio y la injusticia, del partido de Estado y el corporativismo, de la dependencia y la corrupción, levantaremos una nación de hombres y mujeres libres e iguales ante la ley y ante la vida, una patria democrática y solidaria, un México para los mexicanos todos".

Pero nada es para siempre. El discurso de López Obrador ya no coincide con el ideario original de su partido, resucita las promesas del obsoleto Estado Paternalista y juega con las expectativas de quienes creen que el gobierno solucionará todas sus necesidades. Andrés Manuel ignora que esos tiempos ya se fueron y no volverán, que ahora todo tiene un precio y que el único valor surge del trabajo, que en la globalidad cada quien vive de acuerdo a su capacidad y que cada cual resuelve sus propias necesidades.

Hoy por hoy, el proyecto lopezobradorista sólo plantea que si la resistencia se tornare en insurrección, los perredistas se defenderían con uñas y dientes, atacarían con las placas de los taxis piratas, golpearían con los palos de los puestos ambulantes, madrearían como los porros con las cadenas de los cegeacheros. Y si la victoria les favoreciera, la celebrarían con perfomances callejeros de los artistas e intelectualoides rojillos - quienes en realidad son pirrurris guevones y pandrosos -. Y toda la ciudad sería una inmensa peña bohemia.

Este mega-desmadre de Andrés Manuel deberá ser un hito en la historia del PRD; podría ser un filtro que separe a la escoria de la auténtica izquierda; tal vez, sea la encrucijada donde los senderos se bifurcan, alejando al caudillismo sin ideales de la cultura política marxista sustentada en el materialismo histórico.

Y así, podría surgir de sus cenizas una nueva izquierda, depurada y actualizada, inserta en la globalidad pero con sensibilidad social, muy diferente al actual perredismo… porque en el mundo la realidad es fugaz y cambiante, y ya nada es lo mismo, ni es igual…

12 de Agosto del 2006

Laura M López Murillo
enalgunlugarlaura@hotmail.com

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